Qué quiere que le diga. A mí lo del plan de “desescalada” me suena a que se están lavando las manos. Ya sé que ese gesto es ahora más necesario que nunca en nuestras vidas, a pesar de que un servidor lo explicó un día ... en la tele -atendiendo a las normas de la OMS- y ardieron las redes, siempre dispuestas a la crítica fácil aunque sea a costa de la ignorancia. Me dijeron de todo, por recordar lo que entonces para muchos era inútil, obvio o alarmista. Pero claro, de eso hace dos meses. Y por aquella época, unos no veían lo que se nos venía encima y otros no lo querían saber. No se preocupe que no vengo hoy a hablarle de grifos, jabones y lavabos. Le vengo a contar otro lavado de manos mucho más indecente que el rutinario. Me refiero al político. A ese que nos han organizado a base de fases, quincenas, porcentajes y horarios ininteligibles.

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El gobierno impone la distancia social, pero con usted y conmigo. A partir de ahora somos nosotros los que tenemos que administrar nuestra propia profilaxis para contener al virus, a base de precauciones personales. Eso es lo que nos vino a decir Sánchez el martes, cuando “des-explicó” las salidas del confinamiento. En él vi a Pilatos lavándose las manos en una palangana indescifrable de fases inventadas. En él escuché una pandemia de palabras con el único objetivo de pasarle la responsabilidad al ciudadano.

Sánchez ya tiene su coartada. Desde hoy pueden salir a la calle los que vayan a trabajar, los que quieran pasear, los que salgan con sus hijos, los mayores, los deportistas, los del perro, los de la farmacia, los del pan, los del periódico, los que tengan cita previa en la peluquería o los afortunados que encuentren un sitio en una terraza.... ¡Todos fuera! Que abran también sus puertas los negocios, aunque sean inviables. Que administren ellos su espacio, su ruina y su desgracia, mientras los ministerios mantienen colapsadas las ayudas públicas. ¡Hay salvoconducto general, para volver a una vida relativa! Allá usted y allá todos. El gobierno solo se reserva el derecho a confundirle más cambiándole de fase o publicando algo en el BOE diferente a lo anunciado, como hasta ahora.

Ese será el argumento si hay recaída. No lo dude. La autocrítica es para este gobierno lo mismo que la vacuna para el virus. De momento, no existe. Tampoco ninguna de las garantías que los expertos señalan para hacer la “desescalada”. España vuelve a jugar a la “gallina ciega” con el coronavirus. Salimos a la calle sin test masivos y sin el prometido estudio serológico. No sabemos el alcance real de la epidemia. No están localizados los asintomáticos. No se sabe la inmunidad real de la población. Y ni siquiera hay mascarillas y protección efectiva al alcance de todos los ciudadanos. Lo que sí tenemos es un gobierno que sabe hacer de Pilatos. Se lavan manos, pero para no mojarse.

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