Hola. ¿Me puedes informar cuál es el lío que se traen con lo de los millones que iban a invertir los árabes en Salamanca? Somos ... de coña” Esté es el último mensaje que ayer me enviaron sobre el fiasco del encuentro de Peace City World, cuyas intenciones era promover una lluvia de petrodólares sobre una Salamanca “del futuro”, que de salida se mostraba entre la dudosa innovación y la segura horterada. Ya el planteamiento inicial sorprendía por lo absurdo de sus propuestas, teleférico incluido. Esto no es Hawai, que cantara Loquillo. Ni Hawai ni Dubai. ¿Presumiendo de ochocientos años de Universidad y de faro de la Civilización, para acabar así, víctimas de vendedores de alfombras... voladoras? Qué fuerte. Hasta de Suecia me han llegado “whattsapps” preguntándome que de qué iba lo de los “jeques”... Qué fuerte y qué vergüenza, pues la única respuesta posible es la de siempre, que somos unos paletos, y ahora con categoría oficial. Visto el resultado, no sé qué es peor en Salamanca, si no hacer nada y morirnos de pena, o intentar algo...

Publicidad

Más allá de los problemas puntuales que pueden surgir al afrontar todo proyecto, hay ciertas cosas que no pueden dejarse ni en manos de cualquiera (políticos o técnicos) ni lanzadas sin la más mínima seguridad, sobre todo cuando está en juego el futuro (y la dignidad, añadiría) de una gran empresa como es una ciudad del prestigio de Salamanca, que busca desesperadamente un puesto destacado en las grandes ligas de la educación, la investigación y el turismo.

Lo de los “jeques” no puede considerarse un error de ejecución, pues se supone que era algo que ha llevado meses y hasta años organizarlo, aunque la propuesta, insisto, ya sonaba a inocentada, que fue mi primer pensamiento al conocer la noticia: ¿qué día es hoy?

Salamanca no es Madrid ni Seattle, pero tampoco es un pueblucho como para caer en estos juegos sin pies ni cabeza. Y la culpa principal del ridículo es de quienes desde el Ayuntamiento no velaron por la seriedad de lo que se proponía, ¿nadie revisó lo que se firmaba?, ¿a nadie le sonó a cuento catarí el “proyecto”?, ¿nadie vio que la declaración de intenciones era algo salido de la noche anterior tomando unas copas y escrito en una servilleta?

Publicidad

Necesitamos inversiones, claro, pero sobre todo necesitamos abrir nuestras mentes y buscar equipos profesionales para abordar el futuro. Repitan conmigo: profesionales.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad