Canto “Sobreviviré”, de Mónica Naranjo, al levantarme. Varias veces por la mañana hago lo mismo con el “Bella ciao”. Y dejo para la tarde ... el clásico del Dúo Dinámico, “Resistiré”. Si otro Basilio Martín Patino hiciese un “Canciones para después de un aislamiento” las podría incluir en su banda sonora. Me sirven las tres. Ángel Bajo, un tuno de toda la vida de dios, se ha hecho viral con una versión del “Resistiré”, que ahora es la que está de moda. Camilo José Cela aseguró que el que resiste gana y hay que tenerlo muy presente. Cela, en algún momento, elogió a la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera –don Camilo era así--, que vivió en Salamanca mientras estuvo aquí el Cuartel General en el Palacio del Obispo y fue anfitriona de altas personalidades del régimen nazi. En Salamanca adquirió más impulso la Sección Femenina fundada en Madrid, que con el decreto del 28 de diciembre de 1939, que establecía el Servicio Social de la mujer, tomó un poder notable. Pero sin hacerle sombra al Caudillo, que ya había laminado en la Salamanca de 1937 cualquier intento falangista de quitarle el mango de la sartén. Fue el famoso decreto de Unificación. A Pilar Primo de Rivera –ayer hizo diecinueve años de su muerte—se la quiso casar con Hitler y muchos aseguran que a ella no le atraían los pantalones, salvo que dentro hubiese una mujer. En Salamanca corría del rumor de cierta figura del Barrio Chino a la que tiró los tejos. Aún hoy, ya desaparecido el Servicio Social desde 1977, esa prestación social femenina colea: los tribunales aceptan aquel tiempo para el alcanzar el servicio mínimo de cotización para la jubilación. Resiste aquello, entonces. Si alguien sabe de resistencia son las mujeres de postguerra, que lidiaron con todo y quizá inventaron el todo irá bien, que triunfa en Italia.

Publicidad

El aislamiento es una forma de resistencia frente al virus. Hoy resistimos contra el COVID-19, pero antaño lo hicimos contra la peste, como relata Villar y Macías en su historia, y llevábamos a la Catedral en procesión a San Boal para que nos protegiese e instituimos santos contra ella: San Fabián, San Sebastián y sobre todo San Roque, al que se baila el 16 de agosto hasta que los pies no resisten más. Resistimos contra el cólera en 1885, que también nos sacudió, y encumbramos entonces a Juan de la Fuente, alcalde, por su comportamiento heroico, y al Padre Cámara, que visitaba a los enfermos de Salamanca y provincia, y promovió el hospital de Santa Anta, en Macotera, para ellos. Eso fue en el siglo XIX. En el XX, en 1918, la gripe acabó con seis mil salmantinos, un dato tremendo. La mitad de la población bejarana cayó enferma y el virus letal hizo estragos.

Hoy nos toca este coronavirus, que nos ha dejado sin San Patricio en el pub. Estuve todo el día con la camiseta de Irlanda y un balón de rugby encima de la mesa. Eché de menos el guiso de ternera propio del día y unas cuantas pintas de Guiness. Qué días aquellos en los que los erasmus irlandeses se echaban a la calle en San Patricio y bailaban en el pub al son de música celta. Aún hablamos del Colegio de los Irlandeses, como una institución histórica vinculada a la Hospedería de Fonseca. Eran refugiados. Introdujeron el fútbol y sabían de rugby. En rugby resistir es ganar, me decían, y apretábamos los dientes hasta hacer saltar el esmalte. Un metro de avance, era una alegría. Una buena noticia al día, por pequeña que sea, es una contribución al estado de esperanza y ayuda a resistir.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad