Prólogo. Tienen que entenderme: vivo en una realidad paralela, lo cual es bueno para unas cosas (la evasión) y horrible para otras ( la soledad del ... corredor de fondo). Con virus y sin él, vivir se ha convertido en este dantesco primer cuarto de siglo en un deporte de alto riesgo. Todo es, cuando menos, confuso, orwelliano. Como en el videoclip de “Take On Me” (“A-ha”), el mundo ha quedado atrapado en las páginas de “1984”. Pero no me resigno: veo vida.
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Escena 1. Hacia julio, para resolver unas dudas sobre mis pagos fiscales, fui a REGTSA, una de las pocas dependencias públicas agradables. Me atendió, metacrilato mediante, una mujer muy amable y con un gran espíritu de servicio. Recuerdo que me dijo que venía trasladada desde Valencia, y pensé entonces en escribir un artículo sobre ella, que luego con las prisas quedó en el tintero.
Escena 2. El pasado martes telefoneé a REGTSA por un problema con una domiciliación bancaria. De hecho, mi intención era pedir cita y darme otro paseo hasta San José. Y no sólo no me hicieron esperar eternamente al teléfono con una musiquita horrible, sino que me atendió una persona de carne y hueso, ¡les juro que era una persona!, esta vez un hombre. Me atendió de lujo, con rapidez y una resolución y amabilidad impropias del año 2020 AD; y además me ahorré el viaje, aunque en honor a la verdad, cualquier excusa es buena para disfrutar de las calles del barrio de La Vega. El Franco bueno en estado puro (sorry, llévenme a prisión).
Escena 3. Una vez resuelto el problema y, al colgar, me surgió una duda y volví a llamar a REGTSA (923281912). Me atendió otro hombre. Lamenté que no fuera el mismo, pues normalmente, oh Dios, es una pesadilla volver a contar lo mismo. Pues no, se lo conté resumido, lo entendió a la primera, y me lo solucionó en un periquete, con la misma eficacia y amabilidad que su compañero. Le di las gracias por su gentileza y percibí que se quedó asombrado: ¡alguien valoraba su trabajo! (Postdata: así da gusto pagar impuestos).
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Epílogo. La diligencia del personal de REGTSA contrasta con una sociedad cada vez más zote, hecho agravado por la crisis del coronavirus con la que los tontos, los miedosos, los agoreros del apocalipsis y los dictadores disfrazados de progres han crecido como setas. ¿Resultado?: España está desintegrándose psicológicamente y su salud mental sí va a ser un problema de aquí a nada.
Gracias REGTSA por devolverme a la realidad... humana, la basada en la excelencia, la educación, y la cordura.
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