Se acaban de publicar unas cuantas crónicas y un libro basados en unos supuestos papeles del teniente general Emilio Alonso Manglano, que murió en 2013 ... y que fue director del Centro Superior de Información de la Defensa entre 1981 y 1995. Nadie ha explicado de dónde han salido esos papeles y yo creo que los españoles tenemos derecho a saberlo. ¿Por qué? Porque según yo entiendo la fiabilidad de esos papeles deja mucho que desear. Pues, simplemente, es inimaginable que un militar que dedicó buena parte de su carrera profesional al secreto exigible en cargos tan delicados se dedicara, al acabar su trabajo diario, a poner esos secretos en unos papeles y luego los metiera en un cajón. ¿Para qué?

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¿Quién se puede creer que Manglano contara que Corcuera había hecho enviar no sé cuántas cartas-bomba? Yo, desde luego, no lo creo.

¿De dónde han sacado que Manglano guardaba las cartas de amor de una mujer? Y si así fuera, ¿quién o quiénes han sido los inmorales que las han robado?

¿Cómo se puede creer que un general español escribiera acerca de los manejos económicos del Jefe del Estado? ¿Con qué fin lo iba a hacer? En pocas palabras: no se puede creer que un militar del prestigio y experiencia de Manglano dejara por escrito secretos de Estado y acusaciones como el ya citado envío de cartas-bomba desde el Ministerio del Interior.

¿No hay nadie en la familia de Manglano que ponga en mano de los jueces este atraco?

Mentiras inventadas para cobrar por esta falsa filtración. Mentiras emitidas por gente enemiga del Estado y de nuestra democracia. Basura proveniente de corruptos.

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¿Han sido sus herederos? Lo dudo, porque de serlo habrían traicionado a su pariente, que jamás hubiera hecho públicas semejantes barbaridades. Y es que, además, hay en esos papeles asuntos personales que jamás habría hecho públicos un caballero, como sin duda lo era este general. Otra hipótesis es que esta basura haya salido del CESID que él dirigió. En tal caso, todo es una gran mentira, una más de las no pocas que han salido de esas oficinas.

Mas, sea como sea, lo que sí merecería la pena -repito- es que el sistema judicial saliera en defensa del general Manglano y de aquellos que resultan calumniados en esos papeles.

Insisto: me parece que todo es mentira y que los españoles tenemos derecho a saber la verdad y que sean juzgados y condenados los mentirosos y calumniadores que lo único que han pretendido es cobrar por esa filtración y esconderse detrás del “derecho a no revelar las fuentes”.

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