Aunque sea pronto para que las encuestas acierten con un ganador en las próximas elecciones generales, sí conviene saber que en las elecciones de noviembre ... de 2019 se produjo una anomalía por partida doble. La derecha y la izquierda empataron en votos, con una ventaja mínima de la derecha: 42,7% para la suma de PP, Vox y Ciudadanos y 42,4% para PSOE, UP y Más País. Sin embargo, las elecciones las ganó el PSOE, que aventajó al primer partido de la derecha en más de siete puntos y en 31 escaños.
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La segunda anomalía se debió a que en varias provincias, en las cuales, pese a existir una sólida mayoría de voto conservador, el PSOE se coló como el primer partido.
¿Por qué pasó eso? Porque la izquierda agrupó su voto en dos fuerzas, con un claro dominio del PSOE. La derecha se partió en tres. El PP no logró concentrar ni siquiera la mitad del voto de ese bloque y, lo que fue aún peor, un partido con más un millón y medio de votos (Ciudadanos) desperdició sus papeletas en toda España.
Imaginemos que Albert Rivera hubiera aceptado la oferta de Pablo Casado de concurrir juntos. Agregando los votos del PP y Ciudadanos y manteniendo igual todo lo demás, esa hipotética España Suma habría ganado las elecciones, con 115 escaños por 110 del PSOE.
La culpa de esta anomalía la tuvo Albert Rivera, que, según el analista Ignacio Varela, “propinó dos cornadas descomunales al interés de España, cargándose de paso a su partido. En abril, saboteando, a medias con Sánchez, la posibilidad real de un Gobierno de centro izquierda con mayoría absoluta. En diciembre, impidiendo una alternativa ganadora de centro derecha y contribuyendo a crear las condiciones para que Frankenstein gobierne España”.
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Pero esto no se volverá a producir pues la muy probable desaparición de Ciudadanos llevará al PP hacia la victoria (aunque quede atado a Vox). En todas las encuestas, excepto claro está, las del CIS de Tezanos, el empate entre la derecha y la izquierda se desequilibra claramente a favor del centro derecha. Es evidente que hay un desplazamiento del electorado español, que ya era visible antes del 4-M madrileño y se ha intensificado después.
Por otro lado, el espacio de la derecha queda reducido a dos fuerzas, PP y Vox. El PP recibe la gran mayoría de los votos que abandonan a Ciudadanos, lo cual le permitiría igualar en votos al PSOE. Si eso ocurriera significaría la derrota definitiva del sanchismo, que beneficiaría a todos, y en primer lugar al socialismo democrático.
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