El jueves oficié en el Liceo sobre Gastronomía dentro del programa que conmemora los veinte años transcurridos desde el 2002, que fue, dije, la entrada ... a un gran festín. Casi todo en las cocinas públicas cambió desde entonces y hoy sigue cambiando. Conversé con José Ramón Alonso, Joserra, que era presidente de los hosteleros en 2002: tenían la experiencia de las Edades del Hombre y mucha ilusión por la designación, pero a partir de ahí todo era incertidumbre. David Prieto era concejal de Turismo entonces y lo suyo fue una carrera contrarreloj porque había que llegar con todo preparado y había lo que había. Gonzalo Sendín, de El Mesón, relató cómo han cambiado las cartas, en las que solo permanecen las carnes, nuestras carnes, como la de cerdo ibérico, que es nuestra enseña, afirma el cocinero y hostelero Juan Manuel Rivas, Juanma, del Rivas, que contó cómo han cambiado las técnicas entre otras cosas del oficio. Víctor Iglesias relató la necesidad que había entonces de profesionales y se buscaban en la Escuela de Hostelería, pero también confesó que hoy faltan vocaciones en las cocinas públicas. Lo estamos viendo, se buscan profesionales para la hostelería, que es un sector donde se trabaja mucho cuando los demás lo pasan bien. Es duro y no siempre está bien pagado. De aquel 2002 salió una gastronomía salmantina menos acomplejada y más unida, que se presentó en Madrid Fusión con un desparpajo que desconocíamos y colocó a Salamanca en el mapa de la cocina de altura. No está todo hecho. Y viene gente joven arreando. Coloquemos en el cuadro de honor a Julio López, concejal post 2002, que ayudó al lanzamiento de una gastronomía hoy con tres estrellas Michelín, cuando aquel año teníamos solo la de Víctor Salvador –un abrazo, maestro—que fomentó tantas vocaciones y nos dio tanto prestigio. Y a los promotores de plataformas de apoyo a nuestra despensa. Al público le gustó la conversación, según me comentaron algunos asistentes, por lo que tuvo de novedosa. Se ha hablado mucho de la arquitectura del 2022, de su programación cultural y su impacto económico, pero muy poco de lo que supuso para las mesas y las barras de la hostelería salmantina. Y quizá sea bueno hablar en más ocasiones de ello.
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Tras la charla asistimos a una función escénica impactante. Isabel Bernardo, inspirada en La Celestina de Fernando de Rojas, escribió un texto gastronómico, pero también muy literario. Imaginó la vida de algunos protagonistas de la obra de Rojas cuando este la cerró y los colocó ante una gran mesa con pollos, tórtolas y perniles, de donde partió al final la gran protagonista hacia su dramático destino. Grande Patricia Sánchez, Celestina, con minutos finales antológicos; maravillosas Nuria Galache, Jara Aizpurúa y Raquel Sevillano, en el papel de Areúsa, Ericia y Lucrecia, encarnando personajes desorientados ante el drama, que transmitían ternura; divertido Carlos Vicente, Pármeno, tartaja, enamorado de Areúsa y con el acero presto para conseguir el botín en colaboración con un rotundo Carlos San Jorge, encarnando a Sempronio. Secundarios de la tragicomedia que merecen su momento estelar y si es junto a una mesa mejor. Tras ella, Celestina repitió el mejor elogio del vino que se haya hecho jamás, y los personajes desplegaron un refranero gastronómico espléndido, rico, sabroso y oportuno. Deberíamos preguntarnos qué nos dejó el 2002 de Cultura más allá de buenos contenedores e instituciones programadoras.
A María Victoria Bermejo, Mariví, la concejala de Cultura, presente en el Liceo, seguro que se le avivó su vocación docente tras reencontrarse con Celestina y ese lenguaje de época, abriendo, además, el tiempo de homenaje al Siglo de Oro entre tercios que recuerdan a Alatriste y al Gran Duque, y a una Salamanca de oro en la Literatura. Quizá debería haber otro bloque conmemorativo de 2002 antes de que termine este año. De momento –ya está en ello—hay que traer a Juan Mayorga, autor del texto que inauguró el 2002 y es el premio Princesa de Asturias de este año en la categoría de Letras. El dramaturgo más representado. Sayagués, Velasco, Vicente, Galache y Guerras recuperan este martes aquel texto. Coincidencia, sí, y qué gran homenaje. Después, todo será fiesta en honor de San Juan de Sahagún y verano con pollos, tórtolas y perniles. O lo que sea.
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