Hoy has perdido, chico, pero no tiene por qué gustarte” dijo en clave cinematográfica un Harrison Ford convertido en Indiana Jones. Y es una frase ... que hoy le vendría al pelo a Pablo Iglesias (que espero que no se haya apostado la coleta en estas elecciones). A nadie le gusta perder, pero hay quien lo lleva con más dignidad. No es el caso. Me temo que a Pablo se le han acabado los gestos y palabras para afrontar ese descalabro monumental que le ha pillado por sorpresa. Debe ser duro para Podemos no saber hacia dónde ir, si hacia la ultra izquierda de Kichi en Cádiz, cuya victoria siempre va por libre, o hacia la moderación que parecen reclamarle con esta derrota. En todo caso, lo previsible es que no lo haga de la mano de su líder carismático. O sea de Pablo Iglesias. Han sido demasiados rejonazos (errejonazos, también) los que ha sufrido su partido a su costa. Duelo de soberbias, un chalet endemoniado, el cartel mesiánico de su vuelta de paternidad y tantos otros asuntos, uno sobre otro, han dejado la imagen del hasta ahora todopoderoso Pablo, a la altura del betún. Sin embargo, hasta ahora no había perdido la compostura. O no del todo. Pero lo de no asomar el morro después de unos pésimos resultados resulta bochornoso. Para él, para su partido y para sus votantes.
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Así las cosas, es muy posible que Podemos se desvanezca hasta desaparecer o no, pero desde luego parece seguro que cambiará de modelo a seguir y de ejemplo representado en la persona de Pablo Iglesias. Entre tanto y mientras la derrota deja herido de muerte a un partido y a su máximo representante, otro que andaba preparado casi para expirar, toma aire de pronto y respira. Me refiero al PP de Casado que tantos agoreros vaticinaban que desaparecería tras las municipales y autonómicas y que recibe oxígeno tras conservar la Comunidad de Madrid y ganar el Ayuntamiento. Pero cuidado con la arrogancia. Salir a la ventana y sonreír tras el éxito está muy bien, siempre que se sepa que se sustenta en la pérdida de miles de votos y que los electores han decidido que lo tiene que compartir con otros partidos. Sobre todo con Ciudadanos, que cuenta casi con el mismo número de votos (la diferencia tanto en Comunidad como en Alcaldía es de unos 80.000).
Los resultados de estos comicios han sido, en general, favorables al PSOE incluso en su feudo habitual de Castilla y León, con excepciones como la salmantina, donde el PP podrá gobernar con Cs. Y eso significa que los populares deben hacer acto de contrición y entender a su electorado, si quieren recuperar el terreno perdido. Pero sobre todo que tienen que entender que solos no van a ninguna parte. Como ningún partido ya. Se acabaron las mayorías absolutas. Y ganar ya no implica sujetar las riendas con comodidad. Por eso hay que saber perder, aunque “no tenga por qué gustarte, chico”, pero también ganar, y aceptar que ahora todas las victorias son compartidas.
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