A finales de noviembre y con motivo de la finalización de los eternos trabajos de construcción del nuevo hospital que trajo consigo la inauguración del ... paseo de la Transición Española que une el paseo de San Vicente con la avenida Ramos del Manzano y que recorre toda la fachada del nuevo Hospital Universitario, mi compañero Alberto Estella se preguntaba en una de sus estupendas columnas cuánto duraría el nombre del nuevo paseo sin que viniera algún otro político de signo contrario al que recientemente lo ha bautizado a cambiarlo por otro más acorde a sus filias y fobias.

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Obviamente tiene razón. Teniendo en cuenta la penosa experiencia que vamos adquiriendo en este sentido, está claro que el nombre de este paseo sería un auténtico milagro que sobreviviese en nuestro callejero si a la mayoría de derechas que ahora lo ha bautizado de esta forma, le sucediese un gobierno municipal del signo contrario, como apuntaba mi compañero.

Pues bien. Sin entrar a valorar ahora lo bien o mal que se hizo la transición española, que seguramente por edad no me corresponde, he aquí otra de las inútiles y estériles polémicas a la que nos someten periódicamente nuestros políticos ayudando a crispar, irritar y radicalizar el ambiente entre los votantes de unos y los de otros, con asuntos que sería muy fácil evitar pero que parece que no les interesa lo más mínimo, al vivir en permanente batalla electoral.

¿No les chirría a ustedes que el nombre de este importante paseo simplemente ocupado en toda su extensión y longitud por el nuevo hospital universitario se le bautice con uno de estos peregrinos y polémicos asuntos de actualidad política con los que nuestras autoridades se entretienen tirándose las placas del callejero a la cabeza en vez de con el nombre de alguno de los científicos, investigadores, médicos o doctores, cuya excelencia, sabiduría, talento y esfuerzo nos han salvado la vida?

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¿Y nos les dará un poquito de corte y vergüenza, precisamente en estos momentos con lo que tenemos encima, que nuestros políticos se consideren a sí mismos y a sus bochornosas, peregrinas e infructuosas batallas electorales mucho más importantes que lo que realmente están haciendo por nosotros, por nuestras vidas y nuestro futuro estos investigadores, científicos y doctores?

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