PEGASO era el caballo de los dioses. La mitología griega lo dibujó como un animal blanco, robusto y capaz de volar con sus dos enorme alas. Pero más allá de su aspecto, la hazaña que le convirtió en mito fue lograr entrar en el Olimpo. ... Fue así como Pegaso se convirtió en el caballo de Zeus y pudo conocer los secretos de las deidades.

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Seguramente esta leyenda estará detrás del nombre, con el que en su día se bautizó al programa israelí de espionaje, que ha provocado la última sobreactuación victimista del independentismo catalán. Los servicios secretos españoles han podido utilizar a “Pegasus”, para conocer los movimientos de la mayor amenaza a la que se ha enfrentado nuestro país en los últimos años. El CNI es noticia por hacer su trabajo y por cumplir su razón de ser, tal y como se describe en su propia página web. “El Centro Nacional de Inteligencia es el organismo público responsable de facilitar al presidente del Gobierno y al Gobierno de la nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o la integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”. Y además todas sus acciones están sujetas a la autorización de un juez del Tribunal Supremo asignado a la institución.

Ahora quienes han mostrado durante años, un absoluto desprecio a la ley, se indignan porque dicen que los servicios secretos se han podido saltar la legalidad. Quienes promovieron en su día un “CNI catalán” e intentaron comprar el mismo sistema de espionaje, se llevan las manos a la cabeza porque se ha podido usar para conocer sus planes. Y un prófugo de la Justicia, que huyó de España oculto en la oscuridad de un maletero, exige luz y taquígrafos para el resto.

Si algunos de los irresponsables políticos que un día llevaron al precipicio a Cataluña, no hubieran decidido delinquir, quizá sus pasos no habrían tenido tanta relevancia para los servicios de información. Y sin embargo, a pesar de saberse vigilados y seguidos, malversaron fondos públicos, desobedecieron a la Justicia y arengaron a las masas a la insurrección.

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El enésimo paripé independentista no es más que eso, un espectáculo para volver a sacar rédito de sus impostadas pataletas. Lo peor, es que una vez más les está dando resultado. De momento, ya han conseguido ampliar su presencia y meter a Bildu en la comisión de secretos oficiales. Entran en el foro en el que se habla, entre otras cosas, de cómo neutralizar a quiénes como ellos, quieren destruir nuestro marco de convivencia.

Ya tienen su réplica de Pegaso, aunque su caballo se parezca más al de Troya. Por cierto, que el otro, el de la mitología, derrotó a un monstruo de tres cabezas antes de llegar al Olimpo. Se llamaba “Quimera” y echaba fuego por la boca. No se me ocurre mejor analogía con lo que les ha soliviantado estos días. El “Pegasus” del CNI ayudando a terminar con una auténtica quimera, la de la independencia y todos los que viven de ella.

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