Tengo la sensación de que muchos conceptos y comportamientos en los que yo creía, por formar parte de lo correcto y del orden, están en ... crisis. Ya sé que no podemos anclarnos en el pensamiento manriqueño de que cualquier tiempo pasado nos parece mejor, pero con tanto acontecimiento descalabrado y desacertado, cada vez me lo parece más y eso, querido lector, no es bueno. Si una mayoría anhelamos otros tiempos, nos va a impedir evolucionar.
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¿Qué está pasando para que todo parezca entrar en “Caos”? Desde el comienzo de la historia, para que existiera armonía y paz era necesario gestionar el Caos, la complejidad y la conflictividad, y buscar los equilibrios más justos y duraderos posibles. Seth era el dios de la rebelión y los conflictos, que personificaba la furia y la venganza, y estaba considerado como la representación del mal para los antiguos egipcios. Como dios del Caos, era lo opuesto a la diosa Maat la de la verdad y la armonía. La cosmogonía griega antigua, al igual que muchas otras, sitúa a Caos como el origen primigenio del Universo y fue labor del Demiurgo, iniciar su orden. Desde el principio de los tiempos es acompañado por la femenina Gea, la Tierra, y Eros, el Amor.
Saltándonos miles de años de filosofía, me atrevería a decir que es el Amor quien pone en orden al Caos... Pues debemos estar en un momento de la humanidad muy falto de amor, de ese Amor con mayúsculas del término filosófico.
Este ojo que observa lo hace y encuentra un mundo en caos aliado con la mentira. La mentira es el compañero perfecto para que nada fluya y tomemos la dirección hacia el abismo, que es el territorio del Caos.
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Hay quienes piensan que cuanto más caos, antes llegará el orden...y me pregunto y mientras llega ¿qué vamos a hacer? En la “Teoría del Caos”(1961) del meteorólogo y matemático Edward Lorenz, nos dice en pocas palabras, que el resultado de un evento depende de varias variables y los resultados no se pueden predecir con total precisión. Siempre hay un margen de error, un lugar para el azar, un batir de alas que lo cambia todo en el último momento. A veces, una pequeña diferencia o un suceso aparentemente insignificante, generan un efecto de grandes proporciones. Es el “efecto mariposa”. Hoy aceptamos ese margen donde el
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