Los del campo vuelven a echarse a la calle. A sacar sus tractores para hacerse escuchar. Dicen que cada vez les cuesta más criar una ... ternera o una vaca, y sacar de la tierra una patata y un haz de trigo, y que además les pagan menos por ello. Ya sé que usted y yo pagamos más en el mercado, por esos productos, pero los agricultores y ganaderos no y ven mermada su renta, algo que puede hacer que la España vacía lo sea de verdad a este paso, porque para mantener a la gente en el campo lo primero que hay que procurar es que su actividad sea rentable, lo dijeron hace poco Donaciano Dujo, mandamás regional de ASAJA, y su delegado en Salamanca, Juan Luis Delgado, y cualquiera que tenga dos dedos de frente. Por lo tanto, o cuidamos del que cuida el campo o este tiene el futuro más que oscuro. No es la primera vez que nuestros agricultores y ganaderos sacan los tractores a la calle y por idénticos o similares motivos, pero en esta ocasión se reivindica también una dignificación de la vida rural y de la propia actividad. Sienten los ganaderos que la gente los mira como si fuesen los responsables del cambio climático, de ahí que se pida una acción didáctica para que se explique que no es así; y sienten, nuestros profesionales del campo, que no tienen los mismos derechos que los de la ciudad en cuestiones como la sanidad, la educación o las comunicaciones. Y tienen razón. No hace mucho estábamos en campaña electoral y nuestros políticos prometían el oro y el moro (con perdón) a los del campo, bueno, pues la protesta en la calle nos les deja en buen lugar: es como decirles a los candidatos que no han hecho nada de lo que prometieron. De seguir así, ha dicho Guillermo González, un clásico del movimiento ganadero en su UPA, vamos camino de la plena despoblación. Y señala a los políticos.

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Así, con los tractores en la calle vamos a despedir enero y saludar a febrero, que es mes matancero y con mala prensa, aunque tenga su punto romántico en su ecuador. Le cantó mucho al amor con su vozarrón charro-mexicano nuestro Ramón López Riesco, que actuaba con el nombre artístico de Lorrys. Hace poco le cité aquí y poco después mi amigo Pedro García me contaba que Ramón falleció en Oviedo, hace más de trece años, en la mesa de un quirófano en un intento de trasplante de hígado. Le despidieron sus amigos, si sirve de consuelo a la noticia. Un dato que traigo para completar la mención del otro día y para que conste si entonces no se hizo. Febrero es también un mes de tradiciones, a las que tanto ha cantado Gabriel Calvo, que este sábado presenta su espectáculo Folklorquiando, porque Lorca, dice, expandió el folclore y tradición por su poesía. Lleva en este viaje a Florencio Maíllo y Jess Martins. Lorca –lo conté hace tiempo—tuvo su vínculo con Salamanca, así que esta propuesta de Calvo es como si el poeta de Granada volviese a la ciudad, aunque lo suyo –a pesar de Nueva York—era el campo.

La esencia de febrero es que se trata de un mes de paso. Los días son más largos, pero aún son perezosamente oscuros, por sacarle un perfil poético que, sin duda, Marga Clark lo describiría mucho mejor. La sobrina de Marga Gil, escultora y una de las musas del 27, admirada por Juan Ramón Jiménez, entre otros, y con un equipaje en el que hay mucha fotografía y mucha poesía, estuvo ayer en Salamanca. Presentaba Marga Clark su nuevo poemario en estos tiempos de incertidumbre, en los que solo la poesía arroja luz, ha dicho. Pues igual sí. Su nuevo libro se titula “Poemas de sangre”.

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