Dolores Delgado, la fiscal general del Estado, exministra y “vieja conocida” del encarcelado comisario de las cloacas, José Manuel Villarejo, se ha cargado sin ninguna ... explicación, más allá del sectarismo que caracteriza a esta mujer, al salmantino Francisco García Ingelmo como adjunto al fiscal de sala de Menores, es decir como número dos de la Fiscalía de Menores.

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La “fiscala” no tendría que dar ningún tipo de explicaciones, aunque no hay duda de que viniendo de quien viene el tema ya se le presupone un tufillo político que ensombrece la profesionalidad y el buen hacer de toda la carrera. Especialmente bochornoso es el caso del salmantino, porque es poco frecuente que una parte representativa de la profesión -la mayoría fiscales de menores- haya salido en defensa de García Ingelmo.

“Se trata de una excepcional pérdida” para esta especialidad por su “excelencia”. Son algunas frases que aparecen en la carta enviada a Delgado y que escriben compañeros de profesión del fiscal salmantino, del que destacan fundamentalmente sus cualidades humanas, algo muy extraño por mucho que se hable del corporativismo en cualquier profesión.

A lo largo de su trayectoria profesional ha desempeñado su trabajo sin mácula alguna en diferentes sitios y con diferentes fiscales de sala y bajo el mandato de diferentes fiscales generales.

Uno se pregunta qué ha pasado para que la fiscal general destituya a un profesional como Francisco García Ingelmo tan reconocido por sus compañeros. Indagando un poco solo se puede concluir que se debe a la torticera y partidista visión que tiene Delgado de la Fiscalía.

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El fiscal salmantino, formado en las aulas de Derecho de la Universidad de Salamanca, goza de un prestigio, reputación y reconocimiento que es poco común entre los compañeros de la misma profesión, de la de fiscal o la de cualquiera. Por eso sorprende más la decisión. Y más aún, cuando es un referente ahora que se ha producido el cuestionado nombramiento para el cargo de fiscal de sala Jefe de Menores de Esteban Rincón.

La arbitraria decisión de cesar al salmantino por parte de la exministra de Justicia puede radicar en el nombramiento de Esteban Rincón, que ha estado enredado en la polémica, hasta el punto de que el Tribunal Supremo lo anuló por falta de motivación y Delgado, previa redacción de unos nuevos argumentos, lo repitió. Incluso parece ser, según revela El Mudo, que el nuevo jefe de Menores nombrado por Delgado no quería ahora la destitución, porque acaba de llegar y tiene un desconocimiento absoluto de una Fiscalía que es clave dentro de la organización del Ministerio Público.

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Pero, la parcialidad de Dolores Delgado, llámame Lola, ha podido con todo. Aseguran que no ha perdonado que el salmantino se hubiera afiliado libremente a la Asociación de Fiscales (AF) que ha cuestionado el polémico nombramiento del número uno de Menores y ha sido crítica con alguna de las decisiones de la Fiscal General.

La decisión, como queda demostrado, nada tiene que ver con el impulso renovador del que habla Delgado, sino más bien con sus ansias de venganza y de manosear todo lo que toca esta mujer para convertir la profesionalidad en obediencia reverencial al politiqueo basto y nauseabundo donde, parece ser, se mueve con soltura la pareja de Baltasar Garzón.

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Debería darle vergüenza a la sumisa fiscal de Sánchez que más de un centenar de fiscales le reproche su decisión y hable de que deja “huérfana” a la Fiscalía de Menores. El presidente debería haber destituido hace mucho tiempo a Delgado, o mejor aún, nunca debió nombrarla porque lo peor no es que llamase “mariconazo”, supuestamente, al ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, sino la indecencia y la falta de independencia y profesionalidad con la que actúa. ¡Váyase señora fiscal general!

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