El mismo virus que nos robó abril nos birla ahora el primer día de mayo, festivo y al tiempo “laboral”, así que no habrá paella ... en San José, el barrio de Pepita Mena, ni otras celebraciones, que no todo va a ser manifestación del 1º de Mayo, con salida desde las puertas del edificio sindical, obra franquista de 1948, diseñado por el gran arquitecto salmantino Fernando Población, como remate a esa Gran Vía diseñada para ser el eje oficial o institucional de Salamanca. Se levantó sobre las cenizas de la Casa del Pueblo, en la que tanto se discutió para conseguir la jornada de ocho horas o de la apertura de los domingos, y de la que partió la comitiva que izó la bandera republicana en el Ayuntamiento proclamando oficialmente la II República Española. No puede haber manifestación. El virus. Será un 1º de Mayo virtual, como casi todo en estos días, pero ya me contará. Revisando notas leo que la calle 1º de Mayo se llama así desde el 7 de mayo de 1906, o sea, tiene 114 años. Parte de ellos rodeada de ilustres clérigos, como Don Bosco –fundador de los salesianos— Padre Astete –cuyo catecismo estudiamos muchos—y el Padre Cámara, que levantó la iglesia patronal pero no pudo con la Basílica de Santa Teresa en Alba de Tormes. Parte de esos años, el 1º de Mayo vivió en el destierro y su lugar lo ocupó Milicias Nacionales. E igual que la Iglesia cristianizaba fechas y lugares paganos, el antiguo régimen organizó el 1º de Mayo demostraciones sindicales en el Bernabéu, que veíamos en blanco y negro en la televisión o rebautizaba calles, para hacerlo olvidar. En 1980 regresó del destierro. En 1906, el año del bautismo de la calle 1º de Mayo, el Ayuntamiento discutía la conveniencia de comunicarse telefónicamente con Madrid, y las dudas no venían del posible contagio de algún virus que llegara por esa línea, es que los ayuntamientos de la época tenían esas cosas. El progreso y sus peligros.
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Es curioso, pero además de una calle del 1º de mayo tenemos otra dedicada al 2 de Mayo, así, con mayúscula, que es fecha principal y con historia, que está en el barrio de San José. Del 2 de Mayo han escrito Galdós y Pérez Reverte, pero también Zahonero, que hizo un diario salmantino, que luego amplió el profesor Ricardo Robledo. Aquel 2 de mayo salmantino fue poco heroico, la verdad, y como no había línea con Madrid tardamos en enterarnos, pero la sangre no llegó al río o casi: dos reclutas que practicaban con sus armas mataron a un limosnero, suponemos que sin querer, por la Plaza de la Fuente o del Caño Mamarón. Luego se alborotó la cosa, que no llegó a lo de Madrid. El antiguo régimen que sobrepuso Milicias Nacionales a 1º de Mayo, mitificó el levantamiento del 2 de Mayo al igual que a Don Pelayo y los Reyes Católicos, como estudiamos en la famosa Enciclopedia de Álvarez, que era la Wikipedia de mi infancia, pero a mí, del 2 de Mayo salmantino me gustan las vísperas y especialmente el 22 de marzo, cuando se picó por los estudiantes el medallón dedicado al choriceroGodoy en la Plaza Mayor, que ahí sigue, como un espectro.
Este 2 de mayo podremos echarnos a la calle, pero no al monte, por la gracia de Salvador Illa, el de la triste figura, con tiempo primaveral, y a día de hoy no sé qué ponerme ni si salir con estos pelos. Así, voy del sillón al armario, y vuelta, que me parezco a Lope de Vega cuando aseguraba “que con venir de mí mismo, no puedo venir de más lejos”, a unas horas de la “Operación Salida”. Y encima, tengo, además, los bares cerrados y cabreados, y el comercio en stand by. Como afirma un conocido, operación salida a dónde.
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