Año 1983. En vivo y en directo, en presencia de un nutrido grupo de espectadores que no daba crédito y juraría luego por su vida ... que vio lo que vio, David Copperfield hace desaparecer la Estatua de la Libertad. Más de 90 metros y 225 toneladas. Nada, un aficionado. Año 2016, la periodista Natividad Pulido publica en ABC que el Centro de Arte Reina Sofía no es capaz de saber dónde ha metido la escultura Equal-Parallel/Guernica-Bengasi de Richard Serra. 38 toneladas de acero corten. Una anécdota.
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Si a Juan Tallón (Obra maestra, 2022) en vez de fijarse en lo ocurrido con Serra le hubiera dado por relatar la trayectoria de desapariciones que se han vivido en Salamanca, hubiera recopilado material para una trilogía, tirando por lo bajo. Clamorosa cadena de olvidos, trapicheos políticos, silencios vergonzantes y al final, casi siempre, una dosis de dejadez e indiferencia.
Dejando al margen el nebuloso claustro de Palamós/Catedral Vieja, merece incluirse en cualquier antología de desapariciones el día que Landscape, pieza en acero de Martín Chirino, hizo las maletas y cambió la estación de Salamanca por la de Valladolid. Renfe, esa empresa que no entiende por qué decimos que nos tiene manía, debió de pensar que el clima pucelano le iba mejor al lacado rojo de la obra. Luego, para sorpresa de nadie, el Chirino viajero acabaría recalando en Madrid.
Tampoco está mal hacer desparecer toda una institución del Estado: con su BOE, sus presupuestos (¡12,8 millones!), sus concursos de ideas y sus decenas de ruedas de prensa. En unos días abre el Centro del Español en la plaza de los Bandos, el lugar en el que en 2005 se anunció el rutilante Museo Nacional de Arquitectura. Que si unas azoteas no cuadraban, que si vaya lío con la caja acorazada y al final que nada, que lo dejamos. Pero, ¡ale hop!, este año, sin rubor de nadie, ese mismo museo nacional, ahora Casa de la Arquitectura y Urbanismo, rebrota en Toledo.
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Hacer evaporarse una inversión de 13 millones en las narices del personal tiene su mérito, pero se puede mejorar. ¿Qué tal un concurso internacional de prestigio asentado en Salamanca? Pues como ese interruptor que apaga la corriente, en 2019 se fue el Festival de Luz y Vanguardias. Y, vaya, en 2021 apareció, ¡ale hop!, LuzMadrid (lo mismo, pero en Madrid).
Y ahora la cosa está en si el mago Santonja le pasará la capa de invisibilidad al Facyl, que nunca hemos sabido bien qué era ni quería ser, pero que tras años boqueando corre el peligro de disolverse entre agua, azucarillos y aguardiente.
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Y ya que mañana es San Miguel, cómo no recordar cuando mientras un camión se iba por la puerta de atrás, de la iglesia de Tarazona de Guareña desaparecía una talla esplendorosa del arcángel, de Alejandro Carnicero, de la que nunca más se supo ni se dio razón. Aquí, obras maestras por doquier.
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