Estamos en el tiempo del “bicho”, pero eso no significa que estemos en el tiempo del silencio. Salamanca habla todas las tardes en la calle, ... con el sonido de una ciudadanía cansada de los abusos políticos que nada tienen que ver con el Coronavirus.

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La solidaridad no es patrimonio de ninguna ideología ni de ningún partido, aunque tradicionalmente haya sido la izquierda quien se ha atribuido sus logros con más empatía, centrando su gestión en una determinada dirección, donde ha encontrado su clientela de votos. Miren ustedes en este momento que estamos viviendo, por primera vez, lo que está pasando nos pasa a todos y las consecuencias que se van a derivar de esta situación, van a ser para toda la ciudadanía. Familias que jamás pensaron que el hambre les llegaría... les ha llegado y a otros nos puede llegar. Vamos a ser testigos de grandes transformaciones y de su gestión, tendremos un país u otro. Por eso se sale a la calle, para recordar que es nuestro derecho protestar si no se está de acuerdo con las decisiones que se toman.

No piensen que les estoy hablando desde la bonhomía, ni mucho menos, les hablo desde la más cruda realidad. Yo jamás, ni en mis más obscuros sueños, pensé o soñé que algo como esto me/nos pudiera pasar.

Durante el tiempo de confinamiento sólo hemos pensado en sobrevivir mientras veíamos cómo amigos, conocidos y compatriotas, se morían. Ahora vamos a entrar en un tiempo nuevo pero no mejor, si no hacemos algo. Vamos a tener que aprender nuevos comportamientos. El primero es de supervivencia pues, para que no tengamos de nuevo una propagación masiva de contagios, como la que ya hemos vivido, el comportamiento y la corresponsabilidad de cada ciudadano van a ser fundamentales. Todos tendremos que adaptarnos, desgraciadamente los primeros nuestros jóvenes que no sé cómo van a relacionarse entre unos y otros acostumbrados a salir, ligar, tomar sus copas... ¿Cómo van a encontrar a su media naranja con el distanciamiento y pensando que el otro puede ser objeto de contagio o viceversa, y llevárselo a padres o abuelos?

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Pero hay otras supervivencias como el trabajo y el sustento. El problema es cómo gestionarlo, desde la libertad o desde el pesebrismo. Nadie niega la corresponsabilidad en la solidaridad con los más necesitados, fundamental y necesaria, pero sin que ello disminuya la libertad democrática del pueblo. En la pandemia no sólo hemos perdido vidas, sino que algunos a su sombra, nos están intentando arrebatar una forma de vivir en libertad que nos ha costado mucho conseguir a todos.

Les puedo asegurar que a la gran mayoría de los ciudadanos no nos da igual que, tanto los recursos como los derechos del país, sean moneda de cambio para los egoísmos particulares y políticos de algunos, frente a las necesidades de todos. Y no hablo de caridad, hablo de obligaciones y derechos. No lo olviden y oigamos los sonidos de ésta nueva realidad.

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