En esta habitación de hotel no soy un hombre,

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ni soy un hombre más, ni un único hombre,

ni mucho más que un hombre a ... punto de morir.

Joaquín Pérez Azaústre, Petrópolis

Stefan Zweig escribió su último libro, El mundo de ayer, entre 1934-1942 y su esposa, Lotte Altmann, lo envió a la editorial el día antes de que ambos se suicidaran (febrero de 1942) en Petrópolis (Brasil). El libro arranca con el relato de los últimos días del imperio austrohúngaro y llega hasta la Segunda Guerra Mundial. Zweig nació en Viena en 1881, en el seno de una familia judía acomodada, y desde joven mostró su inquebrantable interés por las humanidades, razón por la cual terminaría doctorándose en filosofía en la Universidad de Viena. Con una prosa fluida y altamente adictiva para los lectores, escribió novelas, libros de relatos, biografías, poemarios y obras de teatro que le convirtieron, entre 1920 y 1940, en uno de los literatos más célebres y reputados del continente.

Todo aquel mundo de ayer lo echaron abajo las dos más estúpidas y sanguinarias guerras que ha soportado la Humanidad (194-1918 y 1939-1975). Zweig lo resumió así: “He perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que esta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas”.

Nuestro particular mundo de ayer fue para los socialistas de la época de Felipe González aquel triunfo (hace ya 40 años) del 28 de octubre de 1982. Un magnífico libro de Ignacio Varela lo describe. En el prólogo, firmado por José Antonio Zarzalejos, se lee: “Ignacio Varela es un estratega de formación jurídica y un sociólogo que se ha hecho a sí mismo en la escuela de la experiencia. Es un testigo de su tiempo. Todos esos recursos personales y profesionales los pone al servicio de una crónica –la década de 1972 a 1982- que radiografía al Partido Socialista Obrero Español en el que estuvo destinado en su sala de máquinas en esa época. El libro se introduce en los pliegues interiores de la trayectoria de ese partido y lo hace ahora con la distancia del tiempo y, también, desembridado de cualquier dependencia. Este libro acaso sea su consagración en esta faceta en la que ha comenzado maduro y pleno de días llenos de vida y avatares. Les recomiendo su lectura.

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