Nos quedan tres días, solo tres, hasta el 21 de junio. Tres días no son nada, tres días se pasan volando, tres días son un ... suspiro. Y es una pena, porque si nos vamos a morir todos dentro de tres días, ya podría cundirnos un poco más. Y no, no soy de esos cenizos que piensan que cuando pasemos a la fase tres, o como quiera que vayan a llamar a eso ahora, vamos a desatar la pandemia, y acabar con la raza humana. No soy tan pesimista. Pero vamos, que algo así debe pensar la Junta, porque en estos momentos no es que en Castilla y León seamos los retrasados de España, es que en Salamanca somos los retrasados de Castilla y León. Hablo de la nueva interpretación del calendario maya, por la cual el fin del mundo sucederá el próximo domingo.

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Que la primera interpretación fue errónea es un hecho, que, a excepción hecha de la proliferación del “reguetón”, desde el 2012 el mundo sigue girando. Pero a ver, no nos engañemos, de esto de que el mundo se iba a acabar ya había señales. Otra cosa es que no hayamos podido, o no hayamos querido, verlas.

Si alguien nos llega a decir hace cinco años que Pablo Iglesias iba a ser vicepresidente del Gobierno, Pedro Sánchez iba a pactar con Bildu, Rivera iba a dejar la política y tener una hija con Malú, Garzón iba a ser ministro... ¿nos lo hubiéramos creído? Pues señores eran señales muy claras. No hemos estado atentos.

Pero no eran las únicas. Han conseguido encerrarnos dos meses en casa, hemos cantado en los balcones, nos han suspendido el fútbol, nos hemos enamorado de los chándales y las pantuflas... Señales muy claras.

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¿Queréis más? Porque las hay eh, no tengáis dudas de que las hay. Si nos quitamos la venda de los ojos (pero no la mascarilla de la cara) veremos mil y un detalles que deberían chocarnos y ya vemos como normales. Estamos curados de espanto.

Queridos mayas, con su abeja a la cabeza (lo siento, no he podido evitarlo) ¿es ésta la definitiva?¿De verdad que esto se acaba? Pues si el sábado ponemos cierre y final y chapamos el chiringuito, a mí me va a pillar primero tomando unas cañas y luego tendré que continuar alternando con mis amigos, que por cierto, ya va siendo hora de que dejen abrir los bares de noche.

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