Los genios salmantinos Tomás Hijo y Raúl Vacas publicaron en 2011 uno de los libros que más les gusta a mis hijas. Y a mí. ... Se trata de un volumen de poesía para niños. Una auténtica locura de ilustraciones y versos que contó con la complicidad y el respaldo de la editorial SM. La obra es una rareza deliciosa que, siguiendo el abecedario, ofrece absolutas joyas literarias y plásticas a doble página. “Niños raros” lleva por título este libro con el que mis hijas preguntan, se ríen y hasta me piden que les cante cuando se lo cuento. Han salido raras. Como el padre.

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Este domingo, con la legalización de la hora de paseo infantil, se animaron a salir conmigo. Llevaban encerradas mes y medio. En ese tiempo habíamos cambiado de horario, la primavera había explotado, el abuelo Ricardo nos había dejado y no habíamos podido resucitar en las Arribes, como todos los años. Tenían miedo, pero les pudo más la aventura y el deseo de salir con gel hidroalcóholico en el bolso y ponerse la mascarilla.

“Los botones del ascensor están más bajos”, me soltó la pequeña desde sus siete años y el estirón confinado. “Han cambiado las cosas de sitio”, comentaba la mayor con el aplomo de sus diez y el asombro al recorrer unas calles desconocidas por el silencio, la quietud y la victoria de la naturaleza rompiendo cemento y asfalto.

Saludamos a la abuela Alicia que dejó de seguir la misa en televisión para asomarse a la ventana del salón y mandarnos un beso desde la sexta planta. Hablamos con los abuelos Aurora y Vítor a través de las rejas de su terraza, desde el otro lado del jardín al que da la planta baja de su casa.

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“Me mareo con tanto verde”, resumía mi pequeña de regreso. “Qué fuerte cantan los pájaros”, remataba la mayor.

Nos lavamos bien las manos en el lavabo de casa y les propuse escribir lo que habían sentido para que no se les olvidara, para leerlo cuando pasara todo esto y pudiéramos abrazarnos con toda la familia recordando al abuelo. Quizá para san Juan de Sahagún o para san Antonio. Dependiendo de cómo se den las cuatro dichosas fases de la anunciada desescalada.

“Al principio tenía un poco de miedo y las flores estaban muy altas”, escribió Lucía con su letra de colores después de inspirarse en su hermana para versionarla con una hipertextualización de escándalo. De libro.

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“Me he sentido rara porque no había mucha gente y no se oía casi nada”, redactaba María con buena letra y sin faltas de ortografía. “Y al ver todo cerrado, me he dicho: ‘Qué raro está todo así’” cerraba su texto con una frase en estilo directo la mayor de mis dos niñas raras.

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