EL término “astroturismo” no está en la RAE, pero en Wikipedia se habla de él como “un tipo de turismo orientado a satisfacer los intereses ... de los astrónomos y aficionados a la astronomía”. No es exclusivo de expertos, ya que cualquier persona puede sentirse interesada en la observación de las estrellas y el paisaje nocturno.
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La importancia del astroturismo ha ido en aumento desde que, en 2007 la UNESCO lo declarara Patrimonio Mundial, con la intención de preservar la calidad del cielo nocturno y valorar así la importancia de su legado cultural, paisajístico y científico.
El hecho de que la contaminación lumínica imposibilite disfrutar de la contemplación del cielo en todo su esplendor durante las noches en las ciudades, hace que el entorno natural sea el lugar idóneo para el astroturismo. Tanto es así, que hay congresos y rutas donde se comparten conocimientos y descubrimientos. Esto fomenta el turismo rural y permite conocer lugares maravillosos. Así se ponen en valor, aprovechando la calidad de los cielos, el visionado de constelaciones de estrellas, planetas o fenómenos astronómicos como eclipses o el paso de cometas.
Este ojo que observa intenta alejarse de la miopía de lo cercano, de los problemas que a diario nos cercenan y nos cercan, para decirles que en el mundo hay que mirar más hacia arriba y menos a esta vetusta y encolerizada tierra, que tantos disgustos nos proporciona o le proporcionamos a ella.
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Parece que hemos descubierto un mundo celeste nuevo y nada más lejos de la realidad. Las antiguas civilizaciones miraban muchísimo al cielo, a las estrellas, a sus cambios e hicieron de la Astronomía, cátedra; como queda reflejado en el Estudio salmantino.
Las estrellas hablan y ponen en marcha el más profundo sentir de un ser humano que convive con ellas desde el principio. Nuestro mundo vertiginoso y esta vida atada de pies y manos a los problemas que nos circundan, parecen imposibilitarnos a admirarlas, pues para ver lo hermoso como para casi todo, hay que alejarse del ruido y la contaminación y poder disfrutar de ellas, del silencio y de la paz.
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Es curioso cómo se vende ahora el cielo, antes era gratis. Pero si ello ayuda a que una parte importante de los humanos recupere la costumbre de mirar hacia arriba...bienvenido sea.
Si fuéramos más poetas y menos economistas y belicistas, mejor nos iría. Los poetas desde la antigüedad, han mirado al cielo. Recordemos a Rabindranath Tagore, el poeta-filósofo bengalí y Premio Nobel de Literatura en 1913 que dijo “No llores por haber perdido el sol, que las lágrimas te impedirán ver las estrellas”.
Abramos los ojos a las estrellas y desterremos la miopía terráquea. Hagan “astroturismo”, me lo van a agradecer.
Castilla y León es muy rica en patrimonio de cielos maravillosos.
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