Ábalos ha mentido. Y no una, ni dos sino tantas veces que ya hasta los suyos giran la cabeza abochornados cuando alguien les menciona el ... asunto del avión de Venezuela. Ya ni nos creemos que el ministro de Turismo sea amigo suyo y nos queda claro que si nuestro José Luis, ahora ministro de transportes, movilidad y agenda urbana (qué bonito título) subió al avión venezolano, territorio de Maduro fue a encontrarse con Delcy Rodríguez. Ni él ni Sánchez se creen que lo hiciera para “salvar una crisis internacional” (Pedro dixit), al estarle prohibida la entrada en suelo europeo a la vicepresidenta venezolana, pero, a fuerza de inventar versiones y decirlo una y otra vez, pues, ya saben, conseguirán que alguien se trague el cuento o que pase el tiempo y el embrollo caiga en el olvido. El presidente -o tal vez el tal Iván Redondo del alma suya, luz de donde el sol la toma- es un experto en desdecirse y en negar con la máxima contundencia lo que previamente defendió con pasión. Tanto es así, que mientras su Ábalos -también del alma suya- se metía en ese charco, muy probablemente para contentar a sus socios de Gobierno, maduristas de corazón y palabra, él se dedicaba a aleccionar a los periodistas, diciéndoles que no le preguntaran muchas veces de lo mismo, porque ya le habían interpelado mucho... Pero claro, no tenía en cuenta que los pobres periodistas necesitan repreguntarle cada cierto tiempo para estar actualizados en sus respuestas: las de un presidente que las cambia constantemente y no una vez, sino tantas como le parece oportuno Dicen los que lo perdonan todo, que, solo son variaciones de criterio de Sánchez y los suyos; pero yo creo que en el fondo son mentiras arriesgadas. De esas que uno va colando y colando como si no pasara nada hasta que, un buen día, le estallan en la cara. Puede que el presidente Sánchez, hombre con baraka donde los haya, pretenda que su suerte de nacimiento le liberará de todo, pero lo cierto es que, aunque no lo crea, las mentiras arriesgadas tienen efecto acumulativo y aunque los mentirosos se atrevan más con ellas cuando ven que nadie les afea la conducta, no se dan cuenta que dejan un poso en el recuerdo de una sociedad que puede ser bastante desmemoriada, pero, aunque los mentirosos lo crean, no es idiota y menos aún cuando hay quien se harta y tira de hemeroteca. Y puede ser cuando menos se lo esperan...

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