Cada vez son más las noticias falsas que circulan por redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea. Algunas nacen simplemente como algo gracioso. Otras tienen ... una intención menos inocua. Todas contribuyen –en mayor o menor medida- a algo tan intrínseco al hombre como es el poder.

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La industria de las ‘fake news’, los bulos y los montajes pseudoperiodísticos se han convertido en uno de los negocios más lucrativos en todo el mundo. Gracias a encadenar una mentira detrás de otra consiguió el poder en los Estados Unidos Donald Trump. Idéntica estrategia que Jair Bolsonaro en Brasil. Exactamente la misma que le ha dado una presencia exagerada en el parlamento español a Santiago Abascal. Porque mentir no sólo es gratis, es que produce beneficios.

Durante las tres últimas elecciones celebradas en España este año (generales el 28A; europeas, autonómicas y locales el 26M y repetición de generales el 10N) he tenido la suerte de formar parte de la Unidad de Verificación de RTVE.

En este tiempo me he dado cuenta de lo fácil y rentable que es mentir. También de la oportunidad que se abre para los medios de comunicación y para los periodistas.

En una época en la que los rumores se convierten en verdades absolutas, en la que basta con un diseño adecuado, en la que estoy deseando que alguien diga aquello en lo que creo —aunque sea absolutamente falso—, la verificación periodística adquiere tanta fuerza que la convierte en una tarea indispensable para la higiene democrática. Es el momento del periodismo.

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Cuando mis compañeros preguntan cuál es la clave de la verificación, siempre pongo los mismos ejemplos. La verificación es al periodismo lo que los tomates de huerta a los tomates de cámara. Los dos son tomates, pero uno sabe a tomate, huele a tomate y tiene tacto de tomate. El otro sólo tiene apariencia de tomate.

Algunos se piensan que la clave está en conocer herramientas muy avanzadas para demostrar que nos querían dar gato por liebre. Sin descartarlas, y utilizándolas, les recuerdo que el procesador de textos que usaba García Márquez para escribir sus crónicas es el mismo que utilizo yo. Pero que no nos quedan igual. Que es más importante el conocimiento, la observación y el sentido común que la habilidad con las herramientas.

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La avalancha de intoxicaciones e informaciones falsas que circulan movidas por países encantados de desestabilizar a otros países, por empresas interesadas en desacreditar a la competencia, por políticos para los que el fin de alcanzar el poder justifica todos los medios, por multinacionales deportivas temerosas de perder su hegemonía en el inmenso negocio del fútbol... ay, el VAR.

El español necesita ya conocer la verdad. El país necesita ya periodistas de verdad. El mundo necesita ya medios de verdad. Pero ya.

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