Me recordó Ángel Ferreira los cincuenta años de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, que vino a revolucionar la Semana ... de Pasión aquel fundacional 2 de febrero de 1971, con Franco aún vivo, cuando salió a la calle con su apego al Concilio Vaticano II, la apertura a la participación activa de la mujer o desfilar a cara descubierta, pero también por su gusto estético, en parte condicionado por el emplazamiento de su sede más allá del Puente Romano. Cruzar este, escalar Tentenecio hasta el atrio de la Catedral, la suelta de palomas...de noche, con hábito y elementos monacales, que tanto influyeron en Zamora, cuya Pasión conoce tan bien Ángel, fundador de esta Hermandad junto a Miguel Ángel Martín Torrecilla, fue parte de su éxito inicial. Pura estética y metáfora es, además, su procesión solemne y enlutada del Cristo de la Liberación, con figura de Vicente Cid, en esa “madrugada” salmantina tan profunda, que vino a expandir la presencia de la Hermandad. La Semana Santa tiene mucho de estética y bastantes la siguen por eso y sin más consideraciones, dejándose llevar por lo sensorial. En su momento, la Hermandad entendió que también era de su competencia el compromiso con ciertas cuestiones sociales y no le faltaron problemas en la última etapa del régimen, que vio a la Hermandad demasiado “comprometida”. Mucha suerte. El objetivo, ahora, no es salvar la Semana Santas que viene, sino acordarnos de ella, no olvidarla, porque dudo de que este año haya procesiones tal y como las conocimos: las prioridades son otras en estos momentos.
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Qué difícil tendría hoy James Joyce escribir su “Ulises”, que también cumple años, con la hostelería semi cerrada por la pandemia. Es una novela complicada y etílica. Dublinesa. Lope de Vega tiene sus comedias salmantinas –“El bobo del colegio”, “El dómine Lucas” y “La limpieza no manchada”—que se unen a otras que escribió en Salamanca o más bien en Alba, donde vivió como secretario del Duque de Alba cinco años –“Alba fue mi tierna noche...”—así que Lope anduvo por nuestras calles –hubiera alucinado con las procesiones de hoy—y hasta hizo versos de las puertas de nuestras murallas. Ahora, un profesor salmantino, “lopista” confeso y activo, Alejandro García Reidy, acaba de participar en el descubrimiento de una edición pirata de una de sus obras, que hubiera sido la comidilla de aquella reunión de hace un par de años en nuestro Estudio dedicada a Lope y Salamanca, con él mismo, García Reidy, y con Fernando Rodríguez de la Flor, Miguel Martín García-Bermejo, Javier San José y otros, que se acercaron hasta Alba en búsqueda del espectro de Lope. Resulta fascinante que aún hoy haya descubrimientos así y que deje a los expertos alucinados. No descarto que un día aparezca el papel que acredite la estancia en Salamanca del gran enemigo de Lope: Miguel de Cervantes.
Se dice que Cervantes vivió en la calle de su nombre (“Moros”, entonces) y a lo mejor tenía a la vista la iglesia de San Blas, de agitada existencia desde el siglo XII, terminando por ser auditorio, gracias a la rehabilitación de 1981, que la rescató del oficio de carbonera. Iglesia que es testigo desde su principio de la llegada y salida del Cristo de la Liberación por iniciativa de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, que han superado el medio siglo de vida. Hoy es San Blas, felicidades a unos y otros. Y sí, ya se ven cigüeñas.
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