He oído al ministro del Interior decirle a Carlos Herrera que lo sucedido con Marruecos ha sido ¡un desencuentro!, o sea, un encuentro fallido. Hay ... que tener morro para sostenerlo, y siendo responsable de la seguridad, restar importancia a lo sucedido, cuando la víspera su compañera de Defensa mantuvo en RNE que fue un intolerable chantaje. Ni siquiera puede hablarse de encontronazo. Ha sido una agresión -Robles dixit-, un ataque desmedido a la soberanía española, que deja para la historia imágenes patéticas, algunas conmovedoras. Marlasca se lo temía y se opuso a la entrada en España (para ingresar en un hospital), con documentación falsa, del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, un individuo acusado de genocidio, torturas, violación... Tiene causas penales pendientes en nuestros Juzgados, instruidas por el juez salmantino Pedraz, que las ha reactivado. Estaba cantado que aquello provocaría represalias marroquíes. Era de tan “alto riesgo” como el partido de hoy en Valladolid, que decide el campeón de la Liga. Como ha declarado el veterano diplomático Inocencio Arias, nombrarle a cualquier marroquí -máxime al Rey alauita-, el Sahara y el Polisario, es mentarle la bicha, una provocación manifiestamente prescindible. Amparar, además, a su líder constituye una grave ofensa. Es la sombra del dimitido Pablo Iglesias, su última picadura de víbora, defensor de la autodeterminación de todo quisque. Hizo que Sánchez autorizara -mirando para otro lado-, la entrada de ese “pájaro de cuenta”, como le califica Ussía. El éxito de la respuesta, del asedio, de la incursión en Ceuta (España, Europa), estaba garantizado, no solo cruzando de brazos a los guardianes fronterizos, sino por el señuelo juvenil de abandonar su país con una renta per cápita de 3.000 dólares, para buscarse la vida en otro de 30.000, y hasta con el cruel bulo de ver jugar a Cristiano Ronaldo.

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Nuestra relación con Marruecos es históricamente pacífica, con interrupciones conocidas, mientras no le toquemos las pelotas. Así ocurrió con Abd el-Krim, un rifeño que había cursado el bachillerato en España (Tetuán y Melilla), y vino a estudiar derecho a la Universidad de Salamanca. Se le encarceló injustamente casi un año, que no perdonó jamás. Acabó levantando las tribus del Rif contra España, y aquello desembocó en el llamado desastre de Annual, la dictadura de Primo de Rivera, la IIª República y todo lo demás que ustedes saben. El embajador español Alberto Navarro, hijo del gran filólogo del mismo nombre -de Endrinal de la Sierra, catedrático de la USAL y alcalde de Salamanca-, vivió en Rabat esa cordial relación, hasta el punto de que el Rey alauita le cedió la UVI reservada a su monarquía, cuando sufrió una gravísima crisis alérgica. Alberto parece que acabará su brillante carrera como cónsul de España en Boston (de la llamada “Atenas de Occidente” a la conocida como “Atenas americana” de Harvard, el MIT...).

Los mayores sabemos que el general marroquí El Mizzián, amigo de Franco, mandó durante nuestra guerra incivil una División Navarra, y fue embajador en Madrid hasta 1975. Recordamos la insólita Guardia Mora del caudillo, y los pintorescos representantes de la provincia del Sahara, sentados en las Cortes Españolas con sus atuendos árabes y sus grandes turbantes. En fin, la autoridad moral de Juan Carlos I sobre Hassán IIº y su heredero. Mi curso de Derecho hizo su viaje fin de carrera a Marruecos -diez días a gastos pagos-, gracias a otro compañero de Facultad que con el profesor Madruga nos facilitó la visita al embajador Hamed Leraki, que lo fue todo en su país, y nos invitó generosamente. A todo esto, los niños saharauis que venían cada año a Salamanca, huyendo de los 50º centígrados del desierto, al calor de familias ejemplares de acogida y del frescor del agua corriente, llevan dos veranos sin poder venir, aunque por la pandemia.

Es cuestión de Estado y hay que estar con el Gobierno, pero ¡podía ser otro Gobierno, carayo! Me acuerdo del judío Topol, de “El violinista en el tejado”, dirigiéndose a los cielos con aquel reproche : “Sí, Señor, ya sé que somos el pueblo elegido, pero (coño) ¡podías haber elegido a otro!”. ¿Nos merecemos este presidente? A su infame gestión de la pandemia, se une ahora la crisis con Marruecos, que se la tenía guardada por no haber viajado a saludar al Monarca. Ahora se pone patriota, pero ¡en Cataluña te quiero yo ver mañana, escopeta! Y el presidente de EEUU sin llamarle y apoyando a Mohamed VI. En el terreno internacional Sánchez es la Tomasa de los títeres. Pero Iván Redondo le ha preparado el olvido y la salvación. Regarder la gilipolluá: el Plan 2050. Pero esa es otra historia. De terror, claro.

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