Buenos días”, me escupe mi vecino de enfrente mientras espero el ascensor. Saluda cada vez que me ve como si le doliese una muela.

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... Buenos días”, me sonríe bajo la mascarilla la vecina del tercero cuando nos cruzamos frente a los buzones, en el portal, como si se alegrase de verme y me desease realmente que tenga un día estupendo.

Mismas palabras, distintas maneras. Idénticos “qués”, opuestos “cómos”. Maneras de vivir.

“¡A trabajar!” era el grito con el que cerraba un mítico anuncio que se escuchaba por la megafonía del eterno Vicente Calderón durante los descansos de los partidos, en el tiempo del bocadillo. Y la verdad es que durante la dura época de crisis económica que vivió nuestro país, en 2008, había a quien le parecía un auténtico insulto. “¡Ojalá!”, gritaba alguien en el segundo anfiteatro del Fondo Sur con la amargura de quien había perdido su empleo en la obra. Le gritaba al mundo, como contestando al anuncio y sabiendo que no obtendría respuesta, que había que reconvertirse y que nadie iría a su casa a buscarle.

A otros, sin embargo, ese inolvidable anuncio nos hacía mucha gracia. “Ojalá”, susurraba ilusionado un vecino de abono cruzando los dedos porque tenía una entrevista la mañana siguiente para entrar de camarero en un hotel.

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Maneras de vivir.

Mi cuñada Maite, reina del wasá y motor resucitado del cariño familiar, nos enviaba un clarificador texto a los móviles del clan. Leído hacia abajo, en este momento de incertidumbre y pandemia por el coronavirus, viene a ser la hoja de ruta de los amargados funcionales. Dice tal que así: “Esta situación es insuperable / es absurdo pensar que / vamos a salir de esto. / Tenemos que rendirnos y dejar de luchar, / se equivocan quienes creen que / todo este esfuerzo merecerá la pena”.

Pero como casi siempre, depende mucho del punto de vista. Y no hay más que darle la vuelta. Leído de abajo arriba, hacia lo alto, la película no tiene nada que ver. Ahí lo dejo: “Todo este esfuerzo merecerá la pena / se equivocan quienes creen que / tenemos que rendirnos y dejar de luchar. / Vamos a salir de esto / es absurdo pensar que / esta situación es insuperable”.

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Maneras de vivir.

En tiempos inciertos de vueltas al cole con termómetros y niños sentados en los diez minutos de recreo; en momentos de coronavirus y final del teletrabajo con mascarillas, “peceerres” y focos; en esta época convulsa sin abrazos, sin besos y sin contacto con los demás, nuestra salud -y hasta la economía- tienen una estrecha relación con el modo -o manera- como afrontamos la situación.

Si la vida te da la espalda, tócale el culo; si te da palos, hazte una cabaña y si te ofrece limones, prepárate un buen zumo.

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