MAÑANA es Nochebuena y pasado Navidad, chun-chun. Todos los años la misma ilusión, el mismo intento de escribir algo bonito (pero bonito bonito), los ... mismos buenos deseos y aún mejores, pues, aunque vivimos en una sociedad en la que cada vez más gente no espera nada de la vida -entretenida como está, quejándose-, los bombones de la caja siguen siendo más dulces que amargos. E incluso la amargura tiene derecho a su propio lugar en el espectáculo, pues como canta “Beady Eye” en “The Beat Goes On”, presten atención, “no es el fin del mundo, oh no; ni siquiera es el final del día”. Poesía para la esperanza, que falta nos hace descubrirla y traducirla.
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Mañana es Nochebuena y pasado Navidad, chun-chun. Echo de menos toneladas de ambiente navideño, aunque comprarle castañas a María en el puesto de Los Bandos es un plus emocional y otra manera de leer el periódico, en modo cucurucho. Mi espíritu, que no me deja ni a sol ni a sombra, pide a gritos luces y villancicos... Y Nacimientos, pues recuerdo (aún lo recuerdo y así lo siento) que el Niño Jesús era el principio y el fin, la verdadera igualdad. El martes, sin ir más lejos, vi un Niño Jesús pequeñito con el ordenador de Elena por pesebre. Creo que era un equipo Dell. Reconozcamos que las figuras del Niño Jesús tienen vida propia y nos miran. El de Elena me guiñó un ojo... y me animó como un entrenador de fútbol americano anima a sus jugadores adolescentes en las películas. The Beat Goes On.
Mañana es Nochebuena y pasado Navidad, chun-chun. El ambiente de estos días, decía, echa de menos luces y villancicos por todas partes, más luces y más villancicos ¡maestro Carbayo! Y se extraña también ir al cine, pero al cine como última parada de una galaxia llamada imaginación. Libros, cines y las revistas expuestas en los quioscos. El Universo que conocimos y a través del que tanto viajamos (aquí, la banda sonora de este artículo pide a Los Pekenikes con “Cerca de las estrellas”)
Mañana es Nochebuena y pasado Navidad, chun-chun. Es excitante, no me lo nieguen. Incluso lo es para mí, que este año no tendré Reyes, no vi apropiado escribirles y abusar de su generosidad, pues mis Magos de Oriente llegaron en abril, recuerdo que abriéndose paso a lomos de un rayo de sol en un mundo entonces confinado, tenso e incierto. Feliz Navidad, chun-chun.
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