Sostienen mis amigos Montse y Emilio que el día de San Valentín y el de los Santos Inocentes se confunden o podrían confundirse. Es ... posible. Felicidades a mis amigos Valentines en tan señalado día y a todos los enamorados en esta provincia que enamora, donde tenemos un castillo del Buen Amor y un romántico huerto de Calixto y Melibea, pero también inscripciones románticas a cada paso. Amores y desamores: Espronceda dedicó su “Estudiante de Salamanca” al desamor y la venganza, y hay inscripciones que huelen a suicidio por amor. Al amor y desamor le canta Zenet, que regresa al Liceo, pero también Joaquín Sabina, que sigue vivo de milagro –ya no sé cuántas vidas le quedan al gato—lo mismo que Verónica Forqué habla de amor y desamor en la obra de este sábado en Salamanca.

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Por cierto, he sabido que la patrona de la fotografía puede ser Santa Verónica y si lo piensa tiene sentido. Fue en el descubrimiento de la placa que recuerda a la primera radio salmantina, inaugurada en la calle de Rodríguez Pinilla, hoy Avenida de Italia, allá por 1926, y lo que dijo en ese acto el alcalde Carbayo de la radio fue muy emocionante. También la radio, que es el latido de la vida, sabe de amores y desamores: desde los discos solicitados a los dramas de Elena Francis, o las radionovelas de sobremesa y los programas nocturnos para personas solas o mal acompañadas.

Dice Miguel de Lucas, uno de nuestros magos, que hay magia alrededor de cada uno y no la vemos. Supongo que pasa lo mismo con el amor y el desamor. Miguel, que une magia con vino en la “Torrente Ballester” este sábado, va a presentar la semana que viene un libro que ha titulado “Hay un mago en ti”, con la sana intención de que descubramos el mago que llevamos dentro. Un fin loable, sin duda, que ayudará a nuestra autoestima o no. Ya veremos. El amor es magia, además de química y física. Miguel de Lucas es uno de los magos más divertidos y espectaculares que conozco, a la par que buen amigo, pero dudo mucho que su magia hubiese hecho algo por el “Mobile” de Barcelona, al que dicen que el coronavirus se ha llevado por delante. Tengo mis dudas. Me ocurre lo mismo con la comida afrodisiaca, que suele ser un recurso de estos días de enamorados. Tengo “Afrodita” de Isabel Allende como uno de mis libros cercanos y me gusta su relato sobre la tortilla francesa con trufa negra y caviar rojo como arma de seducción masiva, aunque basta, al final, con un poco de aceite con esencia de trufa: no hace falta gastar tanto.

Tengo, decía, a Salamanca como ciudad del amor: diga amor o sexo, tanto da. Cervantes dejó retratada esta ciudad de jóvenes estudiantes caprichosos, que en algo tenían que entretener el tiempo libre. Los libros de bautismo de San Sebastián de aquella edad de oro de nuestra Universidad están llenos de padres “ausentes” que eran, en realidad, estudiantes: niños de amores furtivos que acababan en la inclusa. Y el famoso “Salamanca en la Literatura”, de Luis Cortés Vázquez, surte nuestra imaginación de las relaciones en aquellos días. Luego llegó Unamuno a citar amores en su poema a Salamanca o Carmen Martín Gaite a explicar los encuentros en la Plaza Mayor siguiendo el ritual de los chicos en un sentido y las chicas en el otro para cruzarse y echar unas risas comprometedoras y finalmente nuestra Silvia Alonso, actriz que cuando interpreta escenas de sexo pone los termómetros a cien.

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