Acaba de salir el primer reportaje de una serie de tres, titulada “De profesión, reina”, que protagoniza la reina de España. O mejor dicho una ... de ellas, porque a doña Sofía nadie le quita –por sus méritos- el título y el papel. El documental, a decir verdad, no aporta nada nuevo a lo que se conoce de doña Letizia. Entre otras cosas, porque no cuenta nada que no sepamos y porque la máxima polémica que “destapa”, es el desencuentro con su suegra el año pasado, que ya hizo correr ríos de tinta en nuestro país. Sin embargo, tiene algo subrayable y es lo edulcorado y a favor de la monarquía en general y de doña Letizia en particular que se muestra. Es más, su autora ha llegado a decir que en España la prensa es durísima con la reina Letizia y que si se la dejase ella podría “cambiar el mundo”. Ahí es nada. No diré yo ni media palabra en contra de la labor de la reina y de su obsesión por el perfeccionismo en sus tareas reales, idéntico al que mostraba cuando solo era una periodista plebeya. Es cierto que, como decía Shakespeare, “la perfección es enemiga de lo bueno”, pero me consta que ella siempre quiere dar lo mejor de sí misma en cada momento y aunque quizás eso es lo que a veces le hace parecer un poco envarada, no deja de ser digno de alabanza. Más allá de eso, de sus labores solidarias y de que sea una mujer muy interesada en la lectura en particular y en la cultura en general, decir que si a la reina se le dejase podría “cambiar el mundo” parece exagerado. O, mejor dicho, resulta tan pelota como insólito. Sobre todo, porque nos hace preguntarnos si es que la periodista que firma el reportaje cree que al rey tampoco se le deja o si es que piensa que la reina tiene súper poderes de los que su marido carece. La reina sale en el documental como es: atractiva, delgadísima, cariñosa con los menos favorecidos y comprometida en causas sociales. Es un retrato amabilísimo de Letizia Ortiz Rocasolano y de su trayectoria de plebeya a reina, que no profundiza en la figura que describe y que solo la muestra, desde la mirada lejana de una periodista alemana que no tuvo ni siquiera especial acceso a la reina y que tampoco se entrevistó con ella. Está bien, porque así dejarán de decir tonterías en Alemania sobre nuestra monarquía como lo han hecho en otras ocasiones (al menos de momento) y porque todo lo que sean simpatías europeas le viene bien a la Casa Real; pero sorprende el revuelo entorno a este reportaje en nuestro país, porque, insisto, no aporta nada, más que la desfachatez de una periodista alemana que parece querer dar clases a la prensa española.
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