El ministro de la Presidencia y consejero áulico de Pedro Sánchez comienza a hacer méritos ante su jefe. Félix Bolaños se ha mimetizado con el presidente y se ha contagiado de su manía de mentir con descaro y tomarnos por tontos a los españoles. Ayer ... compareció en un acto público en Granada, no para explicar la negligencia y el retraso del Gobierno a la hora de repatriar al personal de la embajada en Kabul, sino para acusar a la oposición de no tener sentido de Estado por sus críticas al Ejecutivo.
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Hay que tener la piel muy fina para sentirse escocido por los pellizquitos de monja que Pablo Casado ha propinado a Sánchez a cuenta de la crisis afgana. En realidad, el líder del PP y sus colaboradores se han limitado a afearle a Sánchez su cobardía por no dar la cara cuando corría grave peligro la vida de decenas de compatriotas y colaboradores del Ejército español encerrados en la ratonera del aeropuerto de Kabul. No sé si será por sentido de Estado o por sentido de la paciencia, la oposición en este trance ha sido un poco al estilo mimosín. Casado se limitó a apuntar ayer que “mientras sus ministros se pelean en inmigración, educación y fiscalidad, los líderes mundiales informan sobre Afganistán. Debe dar la cara”. Más suave no pudo ser.
Porque la incomparecencia de Sánchez, refugiado en la hamaca lanzaroteña, constituye un escándalo de grueso calibre. El mismo Bolaños ofrecía en Granada, seguro que sin querer, los argumentos más sólidos para exigir la intervención presidencial, cuando dijo que “en los últimos días y horas, la comunidad internacional y todos los países están en vilo abordando una situación dramática”. Si el máximo responsable del Gobierno de España no aparece cuando el país está en vilo y vivimos una situación dramática, ya me dirán cuándo tiene que aparecer.
Todos los presidentes de los países que pintan algo en Europa y en el mundo se han dirigido a sus ciudadanos, muchos de ellos tras suspender sus vacaciones. Pedro, no. Sus lacayos en redes sociales han lanzado un par de tuits, con cuatro obviedades, y punto.
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Es tan escandalosa su decisión de permanecer como los avestruces, con la cabeza enterrada en la arena volcánica, que ayer mismo se hizo una foto simulando como que trabajaba, como si estuviera coordinando el rescate en conversación con la ministra de Defensa. Una instantánea para la que se enfundó el traje azul presidencial, adoptando una pose de sumo interés, mirando al rostro de Margarita Robles en la pantalla. Eso sí, se olvidó, o no se molestó siquiera en ponerse los zapatos y salió en la foto con las alpargatas. Vamos, que tenía unas ganas tremendas de terminar el montaje y volver a tomar el sol panza arriba cuanto antes. Conociendo al personaje, lo más seguro es que salga a los medios cuando los aviones lleguen a España, para colgarse la medalla. Rehuir los problemas, endosárselos a otros y salir a la luz solo para apuntarse las victorias es marca y estilo de la casa Sánchez.
Por eso resultaba impensable que el presidente vacante ofreciera excusas por haber cumplido su reiterada promesa de que tal día como ayer 19 de agosto estaría vacunada el 70% de la población. Ese ‘marrón’ se lo deja a otros, en este caso a la ministra de Sanidad. La pobre Carolina Darias emitió un comunicado haciendo trampas con los números (otra marca de la casa) para asegurar que está inmunizada el 70% de “la población diana”, es decir, de los mayores de 12 años. Menos mal que llevamos tantos meses hablando de la inmunidad de rebaño que ya sabemos todos que se alcanzaba, antes de llegar las nuevas cepas del coronavirus, con el 70% de “toda” la población vacunada. Así que no cuela.
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Esto de tomarnos por tontos a todos los españoles se ha convertido en el deporte del verano en los círculos gubernamentales.
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