Al tiempo que el alcalde García Carbayo tiraba hacía arriba del ánimo, asegurando a las hermanitas de los pobres que estamos muy lejos del ... confinamiento de verdad de la pasada primavera, la Filmoteca Regional nos recordaba aquellos días con fotografías del salmantino “Jota”, o sea, Juanma García, y textos de Justino Sanchón, que dan forma a una exposición recién inaugurada en la antigua Casa de las Viejas en la calle de Gonzala Santana. Otras exposiciones han evocado ya aquellos días y todas me parecen insuficientes para no olvidar, por ejemplo, a los muertos de entonces, y tener en cuenta que los que dan consejos ciertos a los vivos son los muertos, como reza la pizarra de la Plaza de los Sexmeros, que localiza el viejo osario de la iglesia de San Julián.
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Hoy se cumplen veintiséis años de la colocación de la primera piedra del asilo de la carretera de Valladolid, así que ha visto lo suyo camino del centenario, también algo parecido a lo de hoy en forma de gripes mortales o tuberculosis letales. Las “hermanitas” abrieron la colonización religiosa de la zona (agustinos, claretianos y hospitalarios, para comenzar) al tiempo que se ganaban la solidaridad de los salmantinos: doña Gonzala Santana financió la capilla del asilo y los Pérez-Tabernero crearon un festival taurino, a los que se unieron tiempo después, por ejemplo, el aguinaldo del Guardia Urbano de aficionados a coches antiguos, y otras iniciativas. Ayer recibieron de manos del alcalde un ingreso municipal de las actividades culturales en tiempos de pandemia. La cultura también está para esto y para que no nos olvidemos de la pandemia. No sé de qué va el libro ganador del “Ciudad de Salamanca” de novela, pero se titula “El tiempo ausente”, que podría ir de estos tiempos, me parece. Felicidades a Crisanto Pérez, su autor. ¿Acaso no es una barbarie el espectáculo político de estos días? “Barbarie”, así se titula el libro de Benito González, currante de ENUSA y escritor, finalista del “Ateneo de Valladolid”. Y seguro que, leyendo a nuestro Juan Antonio González Iglesias, Premio Nacional de la Crítica, encontramos referencias a este momento, o las imaginamos, igual que escuchando a las canciones de María Cordovilla este viernes en el CAEM. Poetas y juglares siempre son necesarios, aún para ir a la deriva. Se agradece ese gesto de ánimo del alcalde ahora que tenemos la moral por los suelos por unas cosas y otras. Hay una tristeza general desplegada por el ambiente, que se mezcla con indignación y no menos cantidad de preocupación, así que necesitamos del optimismo y la esperanza tanto como la dichosa vacuna o un tratamiento eficaz para el contagio. Se buscan optimistas.
Octubre nos ha metido de lleno en el otoño, que huele a castañas asadas y es una estación dada a la melancolía. El Ayuntamiento saca a concurso los puestos castañeros, responsables de ese aroma otoñal de las calles, y si hace frío del calor que se siente cuando uno se arrima a ellos. Es una pena que todavía hoy digamos que algo no vale una castaña con lo valioso que fue este fruto cuando no había trigo, porque salvó hambrunas como lo haría más tarde la patata, cuyo precio, me dicen, está por los suelos. Pues ya digo que en las tiendas no es el caso. En fin, veamos el momento con algo más de optimismo, como el alcalde, haciendo un esfuerzo, lo sé. Por cierto, la exposición se ha bautizado “La vida a la deriva”, como la autobiografía de Shen Fu, y hay que verla.
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