Hace unos años José Saramago profetizó en una entrevista que algún día Portugal se acabaría convirtiendo en una Comunidad Autónoma más de España. Se llamarían Iberia, imaginaba el Nobel de Literatura, para no ofender “los bríos de los portugueses”. La utopía generó cierto revuelo en ... el país vecino y enseguida salieron voces chovinistas para apagar cualquier atisbo unionista.
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Esa idea, a día de hoy imposible, es además cada vez más impensable. Quién le iba a decir a los portugueses que más de una década después, Portugal iba a ser la referencia política de una parte de la España desconcertada por la incapacidad de pactar.
La vía portuguesa es hoy el ejemplo que quiere imitar Sánchez para acabar con nuestro bloqueo. Allí un gobierno socialista, el de Antonio Costa, recibe el apoyo de los comunistas y del Bloque de Izquierdas en el Parlamento. Pero ese pacto, bautizado despectivamente como “geringonça” (chapuza), es imposible trasladarlo a Madrid. En primer lugar, porque allí ningún partido ha exigido sillas para apoyar al Gobierno. En segundo, porque allí no existe el independentismo y todos los grupos, sean de derechas o de izquierdas, cantan el mismo himno sin ningún tipo de complejo. Y en tercero, porque seguramente allí sus políticos dejan a un lado las fobias personales cuando se sientan a una mesa a negociar.
Puede que la vía portuguesa no valga para salir del atolladero político pero en el país de al lado sí tenemos un espejo económico al que mirar. Ese vecino, que Saramago anexionó de palabra, y que usted y yo visitábamos hace años para comprar albornoces y toallas, ha pasado de estar intervenido por la troika a ser un ejemplo para el FMI. Los últimos gobiernos, conservadores y progresistas, han dejado la tasa de paro en un 6%, han rebajado el gasto público y han reducido el déficit a menos de la mitad del de España. Además han elevado el salario mínimo y han indexado las pensiones al IPC. Y encima son uno de los países más seguros del mundo y tienen a un ex primer ministro, António Guterres, como secretario general de la ONU. Todo después de sufrir un rescate de 80.000 millones.
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¿Que cómo lo ha conseguido? Pues entre otras cosas con soluciones imaginativas. Unas más progresistas y otras mucho menos como la llamada “Golden Visa”, que ha atraído inversión extranjera a base de dar residencia a quienes crean empleo o compran casas en el país.
No sé a usted, pero a mí esta es la “vía portuguesa” que me gusta. Una senda imposible de seguir aquí mientras sigamos instalados en la inestabilidad y en los egocentrismos. ¡Quién se lo iba a decir a Saramago! Cómo iba a imaginar el Nobel de Literatura, que a lo mejor un día éramos algunos españoles los que queríamos sentirnos un poco más cerca todavía de los portugueses.
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