LE escribo estas líneas recién vacunado con la tercera dosis y con el año nuevo casi sin estrenar. En estos primeros suspiros, 2022 no ha querido ser tan mal agorero como lo fue el 2021 con aquella Filomena con la que hoy se hacen chistes, ... aunque en su día no fuera ninguna broma.

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El año pasado nos ha robado la añoranza y eso para un nostálgico ya es mucho. Por eso, este uno de enero me he hecho el propósito de hacerme pocos propósitos. La expectativa siempre es la antesala de la frustración, porque la segunda es prácticamente imposible sin la primera. El fracaso es más fácil si hay una meta y eso se dispara en estas fechas. Que se lo digan a los dueños de los gimnasios, a los de las academias de inglés o a los nutricionistas. Por eso en mi caso y teniendo en cuenta la añada de la que venimos, he decidido apostar por el “Carpe Diem”, el “vive el momento” de los latinos.

La experiencia es una de las bases del aprendizaje y 2021 consiguió enseñarnos que no debemos confundir la esperanza con la expectativa. A estas alturas hace doce meses, empezábamos a vacunarnos tras unas navidades todavía repletas de restricciones, a las que llegamos con el absurdo debate del concepto de “allegado”. Entonces la esperanza era que la vacuna llegara lo antes posible a todos, porque la expectativa consistía en que una vez conseguida la inmunidad de rebaño, esto se habría acabado. Imaginábamos que en 2021 llegaría la derrota definitiva del virus. Igual no lo recuerda, pero allá por el mes de mayo, después de la debacle de Madrid, Pedro Sánchez compareció para anunciar que España estaba a “100 días de alcanzar la inmunidad de grupo”. El objetivo numérico se cumplió en septiembre, pero su finalidad todavía no ha llegado.

Afortunadamente, la vacuna sí ha conseguido el milagro de evitar millones de hospitalizaciones y de muertes, que ya es mucho. Sin ella hubieran vuelto los confinamientos, el miedo, la incertidumbre y la ruina definitiva para muchos negocios. Ese ha sido el gran logro del año. Sin embargo, la ansiada inmunidad ha saltado por los aires en esta sexta ola. Por eso estos días huyo de quienes repiten en la calle eso de que “esto es como una gripe”, “que es como un catarro” o que “no hay peligro hospitalario”. Cada vez que las escucho pienso que, quizá otra vez estemos confundiendo la esperanza con la expectativa.

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Quién sabe si habrá más variantes, otros síntomas diferentes o nuevas formas de contagio. Yo ya me he hecho negacionista de los pronósticos con esto de la pandemia. Prefiero vivir el presente, protegerme con la vacuna y mantener las rutinas que hasta ahora me han ido dando resultado. El resto ya lo iremos viendo. “Carpe diem”, porque con la tercera dosis también me han vacunado contra las expectativas.

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