El último día escribí que no sabía a quién detestaba más, si al de izquierdas que va de progre y feminista, pero acosa tenazmente señoras, ... o al santurrón que tras comulgar se dedica obstinadamente a enriquecerse mediante comisiones ilícitas. Ya lo sé. Ni a uno ni a otro: detesto al idiota, porque los malvados descansan a ratos, pero el imbécil lo es incansablemente. Dentro de esa categoría está el “tonto útil”, el ltibio, que tolera tanto, es tan condescendiente, que se traga - incluso aplaude -, las golfadas de algunos caraduras. Suele ser gentita que entra en el estercolero de las redes sociales, ¡quita pallá!, se come las cacas de la izquierda, pero se escandaliza por las críticas que reciban (so pretexto de que hay mala baba). Lo que uno no traga es que los progres de caviar, los apóstoles del comunismo, y personajes semejantes, nos vayan a hacer más libres, más cultos, más honestos... Dos perlas: un Sánchez Mato, que vino al festejo de Villalar (dejando como concejal de Madrid un Pleno), llegó a decir que al terrorismo yihadista se le derrota ¡con amor!; y Pepe Bono, como ministro de Defensa, que prefería que lo mataran a matar. ¿Pero cuántos gilipollas hay?

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Uno lleva opinando aquí más de veinticinco años, por algo será. Transito con un farol por la calle del desengaño. Admito que soy pecador, porque callejeo por los pecados capitales. Pero públicamente opino, me mojo (en la transición me empapé enterito). Debuté sacudiendo a mis más próximos políticamente, aunque pronto di mandobles a diestra y siniestra. Trabajo sin red, a la vista del respetable, con foto y firma, no como los cobardes anónimos que defecan en las llamadas redes sociales. El penúltimo día, por cierto, y aunque soy merengue, llamé “daga florentina” y algo más, al presidente del Real Madrid. Aunque siempre tengo lectores que me piden que dé más caña - ¿más? -, hay otros que se escandalizan de que llame incongruente a quien se manifiesta por la Sanidad Pública – coño, y yo -, pero luego acude a selectas clínicas privadas. Procuro mantenerme en el fiel de la balanza, y soy tan tolerante, tan condescendiente, que incluso conservo “amigos” que me ponen a parir, gracias a Dios.

Suelo recomendar al personal que no se deje embaucar ni por los granujas de la Gürtel, ni por los carotas de los ERES, ni los podemitas. Y menos que hagan de “compañeros de viaje”, como hoy muchos socialdemócratas, abducidos por el reyezuelo Sánchez. Son imbéciles útiles. Y es que hay más tontos que botellines.

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