La magia de la Navidad se ve reforzada estos días por los Oski, Saldaña, Patxi, Casal, Rafa, Fabio, Luzón, Santos, Caneca, Rivero, Lucas y otros ... magos de proximidad, que el diputado David Mingo ha desplegado por la provincia. También en la capital salmantina, donde la magia tiene su cátedra de ocultismo en su legendaria cueva, la Torrente Ballester celebra hoy la clausura de su Festival de Magia con Juanje Moreno y Luis Joyra. Toda magia es poca para estos tiempos que corren y para esta Navidad en concreto. El Vaticano ha querido darle el toque mágico a su belén con un astronauta, que nos hace pensar en la mágica aparición del nuestro en el enramado catedralicio. Siempre he asegurado que nuestro hombre del espacio era inspirador. Espero que los belenes de La Salina y San Blas tengan también su detalle mágico, como esos nacimientos en los que los niños de la casa colocan un dinosaurio o un vaquero entre pastores que caminan hacia el portal por la nieve de harina o patos que nadan sobre la superficie de un espejo. El toque mágico debería ser obligatorio en nuestros belenes a semejanza de la rana universitaria, el tuno de San Benito, el lagarto de la calle Toro, las muertes domésticas o el astronauta, para ser descubiertos.
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Este es lugar de adivinación y cuevas. La avenida que desfila por delante del nuevo hospital ha dejado a la vista la legendaria Cueva de la Múcheres, que mi no pariente José de Juanes citó en “Los Milagros y sus gentes”: “refugio y habitáculo de una mendiga conocida por tal remoquete, convertida hoy sin variar su forma en taberna típica para turistas poco exigentes”. Fue también refugio de mendigos poco exigentes y hoy, enrejada, se asoma a ese paseo dedicado a la Transición Española, que uno de sus magos, el actual rey emérito, va a necesitar de mucha magia para recobrar un prestigio tocado a base de ocultaciones fiscales y sentimentales, lo que sitúa el discurso navideño de Felipe VI en una de las citas más esperadas del año junto a la vacuna. Ayer, mi admiradísimo e inspirador José María Hernández Pérez, escribía aquí mismo de Antonio Mesonero Briones, de profesión mesonero, haciendo honor a su apellido, padre de la mítica “Covachuela” de los Portales de San Antonio –portales turroneros, hoy—superviviente de aquella Plaza de la Verdura retratada por Pedro Antonio de Alarcón en su visita a Salamanca cuyas covachuelas desaparecieron con la construcción del mercado de abastos y el Gran Hotel. Hacía magia don Antonio con la bandeja y las monedas, puso a Salamanca en el mapa de la época apareciendo en programas de televisión y en revistas, y viví en su local noches memorables de flamenco, tuna, tertulias...
La magia de los 200 “kilos” del Euromillones se ha ido a Francia, aunque siempre nos quedará el cupón de los ciegos. Hoy es Santa Lucía. Su fiesta. Con puerta semi oculta en la Catedral, recuerdo de una ermita serrana y, quizás, otra cerca de Almenara, y fiesta en Cilleros y Pelabravo, si se pudiera, y de los ciegos, claro, a los que la ONCE ha regalado una mascarilla con sonrisa incluida. Nada que ver con las mascarillas de la felicitación real de este año. Felicidades a las Lucía en tan señalado día, entre ellas una conocida afiliada, la profesora de periodistas, Lucía Echeverri, la escritora Lucía Gasol, la historiadora Lucía Lahoz, la procuradora Lucía Martínez, la hematóloga Lucía López o la oceanógrafa Lucía Alonso, por ejemplo. Con su santo, se une la noche con el día, dice el refranero. Lo que no deja de ser un hecho mágico, con el que comenzamos a salir de la cueva.
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