Durante el pleno parlamentario del pasado miércoles, el presidente de la Junta, señor Mañueco, fue pillado por las cámaras despachándose nada menos que con una ... peineta que, pensando en lo menos malo, iba dirigida a la procuradora socialista Rosa Rubio, que en ese momento desde el estrado afeaba que no estuviera atento a lo que trataba explicar sobre la necesidad, desatendida por el gobierno castellano y leonés, de apoyar económicamente a los enfermos celíacos. Digo pensando en lo menos malo porque la alternativa que nos queda es que ese gesto obsceno y bravucón, ejecutado por el presidente con la mano derecha mientras se ajustaba con la izquierda la elegante corbata, fuera dirigido a los propios enfermos celíacos, cosa tan repugnante que preferimos descartarla.

Publicidad

En cualquier caso, conviene recordarle al presidente, que independientemente de cuáles sean sus ideas políticas, un parlamento como su propia etimología advierte es para hablar y en un país democrático para contrastar ideas políticas con un mínimo de educación mediante el uso de la palabra. En ningún caso para denigrar a sus oponentes políticos porque en ese desprecio también está implícito el desprecio a todos los electores.

Con ese dedo que enarbola con tanta soberbia y chulería, en realidad, no solo intenta humillar a Rosa Rubio sino a todos, tanto a los que han considerado que la procuradora socialista debe estar ahí defendiendo sus ideas y por eso la votaron como a los propios electores del presidente que seguro que desean que les represente alguien más responsable, instruido y educado que alguien que así se manifiesta.

Y no menos lamentable es la desfachatez con la que lo explica, en el que trata de colar la procaz peineta por un gesto involuntario que nadie ha sabido interpretar, considerándonos a todos completamente idiotas.

Publicidad

Resulta preocupante que con este gesto, el presidente haya adelantado en zafiedad a su vicepresidente Gallardo, al que hemos escuchado insultar en las mismas cortes a algún contrincante político, pero que hasta ahora no se había atrevido con algo tan soez y chabacano.

Y tristísimo concluir que las dos máximas autoridades del gobierno de Castilla y León, más que hacernos sentir orgullosos, de ellos, nos estén haciendo dudar sobre cual es realmente su auténtico interés: si el de ayudar a resolver los muchos problemas a los que se enfrenta la región o el de simplemente opositar al campeonato mundial a la pareja más maleducada, gamberra y macarra del barrio.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad