El otro día, la vicepresidenta pretendió adueñarse, desde el PSOE, del Feminismo. Ahí es nada. Y no de cualquier manera, sino leyéndole la cartilla a ... las mujeres de otras ideologías. “No, bonita”, dijo y repitió, “el Feminismo no es de todas”. Nada como separar las fuerzas para conducir al fracaso. Ya lo dijo (se supone) Julio Cesar: “Divide y vencerás”. Y está muy claro: cualquier movimiento previo a las ideologías se empequeñece si alguien insiste en reducirlo solo a una orilla y se lo apropia, dejando fuera al resto de sus activos.
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Me aturde que haya feministas de pro, que le busquen justificación a la metida de pata de la vicepresidenta en funciones y que ella no tenga la gallardía de decir: “me equivoqué”. ¡Cuánto ganaríamos todas! Pero el mundo sigue lleno de soberbia disimulada y de machismo semi oculto.
En una de las cenas de la Semana Negra de Gijón, tuve que aguantar el retintín de un periodista y un escritor, que se empeñaron en recordarme, sonrientes, “presentando el tiempo”. Jamás lo he hecho, aunque debo decir que admiro tal tarea, de siempre, e incluso más ahora que han cogido la batuta las meteorólogas/os. Ellos no se referían a esta etapa, sino a la anterior, a la de las guapas oficiales que, por cierto, conseguían salir airosas del compromiso, aunque algunos no las considerasen más que floreros.
A ninguno de mis colegas escritores les habrían recordado su paso por ninguna sección televisiva, treinta años atrás y catorce libros después, de haberse producido, pero en mi caso no solo lo resaltaron, sino que cuando les aseguré que nunca había presentado el tiempo, se empecinaron en aseverar una y otra vez, con sonrisa displicente, que sí lo había hecho. Yo, como una tonta, intenté sacarles de su error, mil veces, mientras el periodista repetía, burlón, “es que te veo presentando el tiempo...” y el escritor, paternalista, “pero ¿por qué no quieres haber presentado el tiempo, si mi hija que es periodista lo ha hecho...?”.
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Alrededor, mis colegas escritores abrían y cerraban los ojos con asombro, hasta que yo, contrariada, les dije que probablemente lo habría presentado su madre. Fue un puñetazo en el estómago: sabía bien que les dejaría noqueados, porque como todos los machos tradicionales, considerarían santas a sus madres y al resto de las mujeres ya se sabe... Y así fue. Pero yo sentí haber tenido que morder como un perro acorralado y me disgusté. Tanto como con el inesperado patinazo de Carmen Calvo. Espero que ella ande arrepintiéndose de haber dejado fuera del feminismo a las mujeres que tienen una ideología distinta a la suya, sea del tipo que sea, y que estos dos hombres de las cavernas (no pondré sus nombres aunque mis compañeros me hayan dicho que lo haga) renuncien a ese machismo maquillado, que les puso en evidencia ante todos, la noche en que fui la chica del tiempo.
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