Me preguntan dónde está el “emérito” y respondo que me da igual. Desde que lo es, ha pasado más tiempo fuera de España que en ... ella y nadie se lo preguntaba, pero ahora no hay una cuestión que preocupe más, pero no a un servidor, que vive abducido por el semáforo del virus. Ahora estamos en verde, luego en amarillo, pasamos a naranja, y el vicepresidente Francisco Igea avisando: no hay riesgo inmediato de confinamiento, son bulos, dice, pero añade: “todas las opciones están abiertas”. Ahí lo deja. Abiertas, no como las puertas de los bares a partir de la una y media de la madrugada ni la opción de fumar en la calle si hay alguien cerca. No fumo y soy un seguidor forofo del neumólogo Miguel Barrueco, que tiene claro que ese humo que se exhala tras la calada al cigarro lleva su dosis de COVID 19 y los cercanos somos fumadores pasivos. Caerá la prohibición en cualquier momento porque el virus, como el amor, está en el aire, ese virus que deja este 15 de agosto en la desolación.
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Es lo que toca, me han dicho el alcalde de La Alberca, Miguel Ángel Luego; la alcaldesa de Vitigudino, Luisa de Paz, Pedro Samuel Martín, de Carbajosa o el de Monterrubio de la Armuña, David Matute. Resignación. Los vecinos lo entienden, porque el que más y el que menos ha visto caer una bomba cerca. Los jóvenes lo llevan de otra manera, quizá lo entienden menos, pero en el fondo lo entienden. Hasta que no tengan asumido el peligro que corren y el riesgo que son, dice la diputada de Juventud, Eva Picado, se va a conseguir poco. Vale, resignación, pero este sábado no habrá ni encierros, ni corridas, ni paellas, ni verbenas. No saldrán procesiones en Nuevo Naharros, Guijuelo, Vitigudino, Cantaracillo, Aldeaseca, Vallejera, Lumbrales, Linares, Sequeros, Valdesangil, Terradillos, Mata de Ledesma... Tampoco ofertorio en La Alberca, donde sus trajes se quedarán este año en el arcón, ni peras en Monterrubio de la Armuña, para recordar el prodigio de la Virgen del Viso. Nada, un desastre. En el mejor de los casos habrá una actividad cultural y punto. Con lo que era este 15 de agosto cuando se hablaba de fiestas.
Este sábado se recuerda que la Virgen subió a los cielos, dogma desde 1950. Era el día en el que los salmantinos celebrábamos también a la Virgen de la Vega, hasta que en 1882 se pasó al 8 de septiembre, día en el que la Iglesia recuerda el nacimiento de María. La idea fue del obispo Narciso Martínez Izquierdo, que después de serlo de Salamanca fue el primer obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá, donde fue asesinado por Cayetano Galeote, que murió confinado de por vida en Leganés. Que la Virgen de la Vega abriese la feria salmantina y su imagen fuese entronizada en la Catedral Vieja ayudó mucho a que aumentase la devoción por ella, aunque la Catedral Nueva sea menos conocida por su advocación: Catedral de la Asunción de la Virgen, al igual que la parroquial de Candelario, en fin, cuánto ha escrito de ello Gil Rodrigo, centinela del patrimonio diocesano. Este sábado es fiesta porque la fecha viene en rojo en el calendario, pero por nada más. Poco o nada relacionado con lo festivo podrá hacerse en tan señalado día, que además de señalado es desgraciado este año. Vendrán tiempo mejores, les digo a los afectados, y añado que no se cuándo, como sabremos dónde está el “emérito”, pero, francamente, no me importa nada el cuándo.
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