UNA vez más Portugal nos baja los humos, nuestras estúpidas ínfulas de una Belén Esteban disfrazada de Julia Roberts. Portugal, en silencio, sin dar la ... nota ni en lo malo ni el bueno, ha conseguido llevar la crisis sanitaria del coronavirus primero con dignidad, y luego con una normalidad, más allá de la eficacia de la gestión, envidiables. No erraría mucho si afirmo que Portugal puede que sea el país del mundo donde uno puede saborear el regusto de la libertad, libertad que ahora mismo tenemos en España en una peligrosa cuarentena bajo el pretexto del contagio, y con el miedo como mejor aliado del poder. Nuestro país, nuestro Gobierno, la sociedad (adocenada) misma ha expandido la idea subliminal de que hasta la mirada nos infecta.
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La pregunta que nos hacemos todos es qué está ocurriendo en España para que no hayamos sido capaces de sujetar la expansión del virus. Tanto presumir de nuestra sociedad, y al final esto se está sosteniendo por el esfuerzo, las capacidades y la solidaridad de unos pocos españolitos que siguen manteniendo el cascarón a flote en mitad de la tormenta perfecta. ¿Las escuelas se han preparado para el regreso a las aulas gracias a los esfuerzos, a la dedicación, y a los medios de los gobiernos?, ¿los hospitales y los consultorios médicos funcionan gracias a la devoción de los gobiernos? Todos sabemos la respuesta.
En cambio, Portugal maneja la crisis sanitaria de una manera tranquila -con un sistema público de salud infinitamente más modesto que el español-, sin tener enmascarada a la población (salvo en los espacios cerrados), y con unas cifras impresionantes: ¿cómo es posible que un país con el que compartimos la península tenga la mitad de casos por millón de habitantes que España?, ¿cómo puede ser que Portugal tenga 60.000 casos confirmados por los más del medio millón de su vecino? No hay respuesta. Bueno, sí la hay: que venga Dios y lo vea, pues lo de España es paranormal, teniendo en cuenta además que en Portugal gobierna el Partido Socialista con el apoyo de comunistas y populistas. Sin duda, Portugal es un país “extraño”...
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