Este Gobierno no se cansa de legislar asuntos estúpidos, cuestiones que ni le ocupan ni le preocupan al común de los mortales. Sin embargo, es ... el único que lleva ya un año mirando para otro lado y silbando con el problema de la pandemia y sin asumir el mando para no desgastarse en la gestión.

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Lo que le gusta es desenterrar a los muertos y enfrentar de nuevo a los vivos. Tanto Zapatero como Sánchez hacen suyo el viejo refrán del “divide y vencerás”. El impostor Zapatero encendió la mecha de la fragmentación, de la división entre las “dos españas” con otra ley de Memoria Histórica que, casualmente, impulsó la misma ministra que el anteproyecto aprobado ayer en el Consejo de Ministros. Carmen Calvo Poyato, fue la autora del bodrio anterior y la promotora del engendro actual. De infausto recuerdo para Salamanca, porque se cargó un archivo nacional por contemporizar con el independentismo catalán y por su obsesión enfermiza por reescribir la historia. Es el único recuerdo que nos queda de su paso por el Gobierno de España con dos presidentes distintos, los dos a cuál peor para este país y para los españoles. ¿Se habrá dado cuenta esta señora que Franco murió el 20 de noviembre del 1975 y que la reconciliación se gestó con la llegada de la democracia gracias a la generosidad de todos los partidos?

Calvo Poyato, que afortunadamente ya está fuera del Gobierno, creó en Salamanca la milonga del Centro de la Memoria, en un edificio de la plaza de los Bandos, que no ha servido más que para almacenar los papeles que no quiere nadie del periodo comprendido entre la Guerra Civil, en 1936, y la llegada de la democracia, con el referéndum de la Constitución Española aprobado 6 de diciembre de 1978. Con este centro intentó engañarnos. Engatusar a los demócratas de lo bueno que era para la reconciliación que le entregara legajos que estaban custodiados en el Archivo General de la Guerra Civil, con sede en Salamanca, a los precursores del golpe de estado en Cataluña. Una farsa que no le importó interpretar a Carmen Calvo Poyato para que Zapatero se garantizase siete años en el Gobierno.

Ahora nos vende a los salmantinos un centro que ya existe y al que solo le cambia el apellido. En lugar de llamarse Centro de la Memoria Histórica pasará a llamarse Centro de la Memoria Democrática. Otra tomadura de pelo, ¿no le parece Fernando Pablos?

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O Carmen Calvo ha perdido la memora y se ha olvidado de que ya había hecho una ley para recuperar los enfrentamientos del 36 o lo que le gusta es perder el tiempo y a falta de otra cosa mejor que hacer, desentierra a los muertos y el hacha de guerra, por si alguno ya no se acordaba que la mitad de España luchó contra la otra mitad en el 36.

En fin, es triste, pero es el Gobierno que tenemos. Lo peor de todo es que en este nuevo asalto a la historia de España, el Gobierno parece que está dispuesto a saltarse derechos fundamentales como la libertad de expresión para ilegalizar los resquicios filosóficos del franquismo a través de la Fundación Francisco Franco. Digo yo que, en un país democrático, para ilegalizar una fundación, asociación o partido político se tienen que dar unas condiciones como incitar a la violencia o a cometer delitos, pero no puedes violentar derechos fundamentales simplemente porque no te gusta lo que piensan unos pocos españoles. No puedes cargarte los pilares de una democracia para perseguir una dictadura que desapareció hace casi 46 años.

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Tiene bemoles que el Gobierno intente acorralar los resquicios de una dictadura con las armas que utilizan los dictadores. El nuevo ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, explicó ayer que la ilegalización de la Fundación Franco no será inminente, ya que, una vez que se modifique la ley, se iniciará un procedimiento administrativo que concluirá con una resolución y posteriormente habrá un procedimiento judicial. En definitiva, yo creo que este señor se ha encontrado con “un marrón” que puede terminar en el Tribunal Constitucional si persiste la cerrazón de este Gobierno.

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