Se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado (Extado mejor); seguimos en plena crisis sanitaria en manos de borrachos y locos, como bien decía mi director ... el pasado jueves; hablamos nuestra maravillosa lengua casi en la clandestinidad, y el futuro que nos espera no podría ser más incierto para España en general y para Salamanca en particular. Sí, lo que nos espera a la vuelta de la esquina es espeluznante, sin dinero y sin ánimos: la tormenta perfecta.

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Si les soy sincero, no tengo ni idea de cómo he llegado hasta aquí. Como muchos de ustedes, no me creo lo que estoy viviendo en directo cada día desde que Sánchez e Iglesias se hicieron con el poder: no es una película, está ocurriendo, lo están grabando a fuego en nuestras vidas. Somos cabezas de ganado en un herrado dirigido por una extrema izquierda sectaria y liberticida... con el zumbido de fondo de una oposición sin valor: las vacas mirando al tren en el paisaje de un belén en el que la tristeza se está apoderando de todos nosotros; un belén, por supuesto, aconfesional y patrocinado por Tele5.

Sánchez e Iglesias, y todos sus cooperadores necesarios -desde sus votantes resentidos o ingenuos hasta los ministros desaparecidos-, nos han encerrado y han dado la llave a los asesinos de ETA y a la basura independentista, trogloditas que odian España pero que viven muy bien en Madrid y con Madrid, y ahí están los 100.000 millones con los que hemos regado Cataluña desde 2012 mientras en Salamanca no tenemos dónde caernos muertos, abandonados sistemáticamente por el Gobierno y por la Junta. Entretanto, los salmantinos seguimos dando vueltas a la Plaza, dejándonos la vida en el aburrimiento, orgullosos de nuestra miseria y de una Universidad llena de caspa, tontos que somos.

A las puertas de la Navidad (hoy convertida en otro entretenimiento para el pueblo), nuestra situación no puede ser más difícil: con una economía descarrilada, con un desempleo insoportable, con una inseguridad política y jurídica que asusta, y con los hijos de la gran puta de ETA -no lo olvidemos nunca, por Dios- marcando nuestras vidas. Y vuelvo al principio: como muchos de ustedes, tengo miedo, pues en España ahora mismo todo es posible, hasta lo que hace tan sólo unos meses ni siquiera hubiéramos podido imaginar: la explosión del Estado con nosotros dentro. No, no miren para otro lado.

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Todos viajamos en este tren de la muerte y la opresión que nos lleva directamente a las tinieblas, donde habita la canalla política española (expañola mejor). No podemos vivir eternamente en el optimismo de la Providencia: estamos en la España del adiós. Otra de gambas, plis.

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