Escuchar a los sociatas, con la que están montando, decir que la culpa de todo es del PP, de la derecha, es el no va ... más de la desfachatez y la sinvergonzonería; escuchar a los sociatas, con el destrozo que están ocasionando, decir que la culpa de que ellos pacten con los hijos de la gran puta de ETA, es del PP, es de una criminalidad que traspasa cualquier límite de decencia y pudor, por no hablar del daño mental que el odio ha ocasionado a esta gentuza, a estos “aventureros” del poder liderados por Pedro Sánchez, el verdadero virus que cerca nuestra sociedad, y a la democracia misma. Me pregunto qué piensan esos socialistas chaqueteros que arroparon a Sánchez y que siguen callados en sus guaridas esperando su momento; pero también me pregunto qué piensan esos socialistas de bien, demócratas laminados por esta jauría totalitaria y liberticida que forman el sanchismo y los comunistas millonarios de Pablo Iglesias, un alborotador de manual que sólo desea jodernos la vida. La democracia española era un lujo hasta que dejamos (sí, dejamos) que los hijos de la gran puta de ETA salieran de las cárceles y entraran en las instituciones; hasta que dejamos que los nazis de provincias dirigieran el Gobierno español; hasta que dejamos que auténticos vagos y maleantes entraran en el Parlamento; hasta que dejamos que a cualquier indeseable (o indeseabla) le dieran un Ministerio. Esto no es democracia, pues una verdadera democracia tiene mecanismos para protegerse de sus enemigos. El 23-F fue un juego de cuatro militares cabreados y torpes al lado de lo que estamos viendo: el derribo televisado del sistema constitucional y el derribo último de la Corona, la que nos une, la que nos alumbra, la que nos impulsa. Y la pregunta al votante de bien, al socialista de bien, ¿vamos a permitir esto?, ¿de verdad somos tan tontos que creemos que estas acciones sanchistas no van a tener gravísimas, y puede que irreversibles, consecuencias económicas y sociales?

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No obstante, los sociatas tienen razón en lo genérico, que la culpa es del PP. Porque no se puede ser más blando, más miedoso y, sobre todo, más pusilánime que la gente del PP, empezando por un Pablo Casado al que falta gasolina... Siempre el mismo tono, siempre el mismo mensaje, el mismo ritmo, y esa falta de respuesta “motor” que contagia a todo el partido. El momento necesita obreros de la política, que se remanguen y se manchen las manos en una guerra por la libertad. Lo que España pide a gritos es un líder, no aburridos profesionales de la corrección política.

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