En una carta que envié ayer a mi amigo F, le decía: “Querido F: Cuesta creer que ya está mediado octubre. Desorientarse es otra de ... las secuelas de la pandemia. Esta pesadilla que nos tiene cabizbajos, temerosos, insomnes y sin lágrimas. La muerte ronda el mundo como esas carroñeras que sobrevuelan las vacas renqueantes y viejas, y aceptamos las cifras de los fallecidos con una familiaridad que da miedo. El mismo miedo que me da mirar atrás, por no ver todos los que se me han ido. La noche eterna se los ha llevado y ni siquiera me ha permitido acompañar su sepelio y llorarles como se merecían. El duelo, a pesar de ser tiempo de herida, es necesario y restaurador –estoy convencida- para que las penas no se enquisten y oscurezcan las entrañas. Algunos de los que te hablo, se fueron porque desgraciadamente les pudo el bicho; otros, debieron pensar como Mafalda: ‘Que se detenga el mundo que yo me bajo’. Y su corazón frenó en seco para no tener que asistir a este circo. Precisamente esta semana El País publicaba una viñeta de El Roto donde aparecía un payaso con un mensaje muy breve: ‘El circo se muere. Imposible competir con el espectáculo político’. Me la envió nuestro común amigo Estella, sin saber que el día antes yo había asistido al último ensayo de “Marceline”: un aragonés que llegó a ser el mejor payaso del mundo y que el salmantino Jes Martin’s interpreta con muchísima sensibilidad y maestría. No sabes lo que me emocioné al oír la jota a la Virgen del Pilar con que Marceline se despidió de España antes de tomar un vuelo a Nueva York, donde alcanzaría la gloria. El confinamiento perimetral no me permitió asistir el sábado al estreno en el Teatro Liceo. Pero me han contado que el público, a pesar de ser poquito por lo que todos sabemos, literalmente saltó de la butaca. ¡Cuándo se enterarán estos chuscos titiriteros de la política que por ellos ya no brinca de emoción nadie! Acaso, solo por la turbación que representan. Aun así se han quedado con la exclusiva del espectáculo, y es la única empresa que no anuncia el cierre por ruina. ¡Inconcebible, F, inconcebible!”.
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