La señorita Virginia Carrera, aquella “chica del megáfono” - como la llamó nuestro inolvidable Juan Antonio García Iglesias -, que vino de Ávila a estudiar y se ... quedó, ha hecho en Salamanca una brillante carrera. Ha llenado su currículo de estudios, másteres y cargos que uno no sabe valorar, porque lo que se dice estudios, hizo una simple diplomatura en educación y trabajo social. Es lista, municipalista, comunista y comisionista – quiero decir, de Comisiones Obreras, donde trabaja -. Y en su condición de concejal, que es la que interesa, lo fue por renuncia de su correligionario Sr. Risco, en la lista de Ganemos, aunque ahora dice ser de Izquierda Unida (detalle que los ganemitas interpretaron como traición).

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La edil exhibe un currículo ligeramente inflado, por algunos chiringuitos y porque dice ser experta en demasiadas cosas. Pero tiene evidente personalidad. Resulta pintoresca, tiene aparentemente un buen fondo de armario, y es un rabo de lagartija, por su febril actividad en foros, asociaciones, Consejos... Es, en fin, cérrima de la Memoria histórica, por las calamidades de su abuelo – fallecido con cien años -, ex combatiente y ex presidente de una Casa del pueblo.

En el último Pleno Municipal, al que no se si llevó su abanico tricolor, remató su turno con un ¡Viva la República!, que motivó la réplica del portavoz popular con ¡Viva la Monarquía! Sostiene que España no es una democracia, aunque gracias a la misma ella es concejal y tiene libérrima libertad de expresión, de la que usa con cierto desenfreno. Sostiene que no somos demócratas, ni elegimos al jefe del Estado y olvida que el castrismo no sabe siquiera lo que son unas elecciones libres y tiene secuestrados los tres poderes. Se negó a reconocer que Cuba es una dictadura.

¿Creerá la concejal de verdad que el único problema cubano es el bloqueo de EEUU? ¿Sabe que Cuba negocia con otros 70 países, pero sigue paupérrima y no saca de la zafra más que hace dos siglos? La concejal pretende, por el contrario, que la derecha le exija a Biden que levante el embargo (digo yo si estilo Gila: ¿Es la Casa Blanca... ¿está el jefe?... que se ponga, que le voy a cantar las cuarenta). No suelo hacer recomendaciones, pero me atrevo a sugerir a la edil, que ahora que su menisco le impide escalar – bastante ha escalado -, se dé una vuelta por la Perla del Caribe y luego nos cuente que tal están por allí la libertad y la vida diaria.

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