La reina María Cristina, cuarta esposa del rey felón Fernando VII, queda viuda a los 27 años y enamorada perdidamente del Guardia de Corps, don ... Fernando Muñoz, de 24, a los dos meses de viudedad le propone matrimonio en La Granja de san Ildefonso y pese a las habladurías y maledicencias se casa con él en secreto, nombrándole previamente Duque de Riánsares. Desterrada, vivirá en París, donde no dejó de conspirar contra su hija la reina Isabel II.
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Hijo de la reina fue Fernando María Muñoz y Borbón, heredero del título, casado con Eladia Bernaldo de Quirós y González Cienfuegos, marquesa de san Agustín. Fueron padres de Eladia Muñoz y Bernaldo de Quirós, casada con Juan Trueba Santayo en primeras nupcias y con Mariano Ovejero en segundas.
Del primer matrimonio nace Juan Trueba Muñoz en 1892, que se cría con su abuelo en el palacio de Somió, quien le recomienda que estudie, pero le tiran más los deportes y la conducción de automóviles. A pesar de su fortaleza hercúlea y peso de 114 kg se le conoce cariñosamente por Juanín.
Su abuelo le permitió toda suerte de caprichos entre ellos el destrozo del primer automóvil de juguete que hubo en España, hizo travesuras con los más hermosos perros que le regalaban, le enseñó a montar en los caballos de sus famosas cuadras de Gijón, viajó con él por Burdeos, Marsella, Niza, Génova, Venecia, Berlín, Bruselas, Londres...
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A los veinte años heredó de su abuelo una inmensa fortuna y recorrió Europa entera en automóvil, siempre rodeado de sus amigos, muchos amigos, que disfrutaban de su largueza y prodigalidad. Estuvieron todo un mes en el hotel Danieli de Venecia que cerró para él y sus amigos.
Se da la circunstancia de que uno de los primeros lugares que visita con su nuevo coche es Tejares para la inauguración de su plaza de toros el 11 de mayo de 1913, construida a instancias del marqués de Llén, en corrida con toros de don Antonio Pérez y la actuación de los hermanos “Bombita”, Ricardo y Manuel Torres.
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De carácter abierto y don de gentes, frecuentó muchas mujeres, raptando a una casada y camino de París a toda velocidad chocó contra un árbol muriendo la dama. Al despertarse en el hospital comprobó que no le quedaba dinero para pagar los gastos, pues estaba totalmente arruinado.
Cuando baja del pedestal, lejos de amilanarse, repuesto de las heridas, huye de pedir ayuda a sus potentados familiares: duques de Tamames, marqueses de san Agustín, de Somió, de Riánsares, Vizcondes de la Alborada, etcétera. E inicia nueva vida comenzando a ganarse el sustento diario como experto conductor que era, manejando un coche de alquiler que sitúa a las puertas de un hotel madrileño donde tantas veces se ha alojado y donde todavía los caballeros que le conocen le saludan con respeto, tocándose el sombrero, cuando le ven cuidando el vehículo.
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Se traslada a Salamanca y ocupa un puesto de chofer en los autobuses de la línea Salamanca a Piedrahita, con parada en Alba de Tormes, que también ha obtenido la concesión del transporte del correo, convirtiéndose en modelo de chofer correcto y competente, ganándose la estimación de todo el mundo. Se demuestra en la anécdota de que en la parada de Alba de Tormes, en el “Figón de la Perdiz” si la demanda de plazas ha aumentado y hay que colocar un segundo vehículo, tiene que intervenir la Guardia Civil porque todo el mundo quiere subirse al coche que conduce Juanín.
En la localidad abulense de Piedrahita conoce a Nieves Alvarez que será su esposa, con la que tiene un hijo, quien con el tiempo se traslada a Italia viviendo en Venecia con suma pobreza junto al Palacio “Cá Tron”, que compró su padre pensando en pasar en él los últimos días de su vida, pero que terminó embargado cuando la bancarrota, para ser adquirido posteriormente por la Universidad.
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Hizo siempre gala de buen humor y no le costó alternar con jóvenes de todas las edades y condiciones hasta su fallecimiento en Salamanca el 12 de enero de 1932.
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