Nos consta que el Gobierno es progresista. Y que, como tal, se ocupa de los más débiles, fomenta el pensamiento crítico, abjura de toda propensión ... al adocenamiento de sus ciudadanos, se preocupa por el Otro y es consciente de las necesidades últimas del ser humano. Justamente en eso coincide con los principios básicos de las Humanidades, materias imprescindibles en los más elevados estadios del conocimiento científico y en las ciencias experimentales. En teoría, impecable, porque, en efecto, las Humanidades en general se sienten concernidas por todo lo que supone desigualdades sociales, asimetrías del poder, etc.

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Creíamos, igualmente, que en su proclamada característica de Gobierno progresista, a la hora de asignar ayudas destinadas a proyectos de investigación que redunden en beneficio de la sociedad, se tendrían en cuenta aquellas ramas del saber humanístico acaso menos “objetivas” que las denominadas STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics), pero fundamentales para la formación de ciudadanos con espíritu solidario, crítico y progresista (como el propio Gobierno).

Mi sorpresa vino al conocer el documento titulado “Prioridades temáticas en la convocatoria de Proyectos en Líneas Estratégicas 2022” que recibió la Universidad de Salamanca. En dicha convocatoria, con membrete del Ministerio de Ciencia e Innovación y acogido al Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, se incluyen 18 prioridades con un presupuesto de hasta dos millones por proyecto aprobado. Del conjunto de ese florilegio temático solamente existe una opción –la última– para el ámbito de las Humanidades: “Enseñanza y cultura del español y lenguas cooficiales”. O sea, la llamada industria del español, lo cual está muy bien, y más en Salamanca, ciudad del español, aunque desde otros territorios nos mordisqueen el inequívoco marchamo con la complicidad de los poderes públicos y el aval del tan mentado Gobierno progresista.

Nadie debe entender que las restantes 17 líneas no son prioritarias. Lo son y mucho. La Ciencia, con mayúscula, domina nuestra existencia y mejora nuestras vidas. Recientemente hemos podido comprobar cómo las vacunas han salvado a millones de personas. Los avances en medicamentos, en novedosas aplicaciones tecnológicas de todo tipo, en ciencias experimentales, ingenierías, matemáticas, etc. contribuyen al progreso de la humanidad. Toda ayuda económica será poca. Pero creo que dejar arrumbadas a las ya malparadas Humanidades o antiguas Letras (Filosofía, Sociología, Psicología, Filología, Arte, Musicología, Derecho, Historia, Periodismo...), cuyo pecado es poner de vez en cuando en jaque al Poder dice muy poco de un Gobierno progresista. ¿O es que, en último término, no es tan progresista pata negra como nos quieren hacer creer?

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