La semana pasada hemos celebrado el Día de la Hispanidad, que conmemora el 12 de octubre del año 1492, cuando Colón y sus marinos españoles ... llegaron a América. Como es habitual en los nacionalismos periféricos, los presidentes del País Vasco y de Cataluña se negaron a asistir al evento celebrado en Madrid. Pienso que dicho desplante no debería quedar en el olvido, al menos por las siguientes razones: 1) la mayoría de los vascos y de los catalanes se sienten españoles; 2) porque esos presidentes son los máximos representantes del Estado en sus respectivas Comunidades Autónomas.

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Pero vayamos a terrenos más interesantes.

Es evidente que España fue sujeto histórico y responsable de horrores, pero también de aciertos. Las primeras universidades, los primeros hospitales, las primeras imprentas, los primeros matrimonios mixtos figuran en el activo. A comienzos del siglo XVIII México era una gran ciudad cuando Boston o Filadelfia eran pequeños poblachos.

Detrás de los debates históricos está la mezcla, de origen francés, de Historia y Memoria, pero la memoria es individual y personal, es subjetiva y particular. La historia es (o debe ser) lo contrario: objetiva, rigurosa, impersonal, universal. Memoria e historia se contraponen, así como lo subjetivo a lo objetivo. Pero también se entremezclan, pues la historia se alimenta de memoria.

Los españoles descubrieron América, pero ¿podría haber ocurrido al revés?, ¿podría haber sido Moctezuma quien llegara a la península ibérica para conquistar Medellín, Trujillo o Toledo y capturar a Cortés o a Carlos V? Pues no.

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Se suele oír que Hernán Cortés fue un racista y un asesino, pero lo de Cortés en México no fue sino una larga guerra civil en la sociedad azteca-mexica. Poco hubieran podido hacer Cortés y sus hombres sin la colaboración de guerreros tlaxcaltecas y de otros grupos. Eso sí, Cortés era un hombre astuto y ambicioso que supo conquistar la gloria y el prestigio.

¿Era en verdad América una colonia? Fue durante las guerras de independencia americanas (siglo XIX) cuando empezó a utilizarse la idea de que América era colonia de España, idea que será básica en la formación de los relatos nacionales. Una vez más, subsumir realidades del siglo XVI o XVII bajo conceptos del XIX o del XX -como el de colonia- resulta un lecho en el que Procusto no cabe. Si nadie se preguntaba si eran colonias el reino de León o el señorío de Vizcaya, ¿por qué preguntárselo respecto al reino de Chile o el señorío de Tlaxcala?

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