El PSOE celebra hoy los 40 años de su histórica victoria en las urnas. Yo era todavía un niño, pero recuerdo los cláxones de los coches circulando por la plaza del Mercado y la Gran Vía. Había euforia entre los votantes socialistas. Felipe González arrasó ... con más de 10 millones de sufragios que le dieron 202 diputados en el Congreso. La foto de aquella noche fue la una ventana del Palace, a la que asomaron González y Guerra tras doblar en votos a Alianza Popular y dejar con apenas 11 escaños a la UCD, que comenzaba su larga travesía por el desierto.
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Hoy cuatro décadas después, aparte del homenaje, se cumple uno de esos viejos axiomas pronunciados por el coprotagonista de aquella hazaña. “El que se mueva no sale en la foto”, dijo Guerra cuando tenía todo el poder orgánico, sin imaginar que algún día le aplicarían a él la misma receta.
A Alfonso Guerra no le habían invitado a la fiesta porque está en edad de decir lo que piensa y eso es peligroso para cualquier partido, y más cuando se trata de un antiguo líder. Nadie imagina al ex vicepresidente en el papel de palmero, por muy sevillano que sea. Así que mejor evitar su ironía. Porque a Guerra no hay que temerle cuando está serio. Su lado más depredador lo desarrolla con la sonrisa. Ese gesto anticipa un titular, un eslogan o el descuartizamiento implacable del adversario. Y últimamente se ríe bastante.
A su PSOE no le hicieron falta pactos contra natura para llegar a gobernar. González se ocupaba del centro con su perfil más moderado y europeísta y Guerra se dirigía a los “descamisados” para ocupar el espacio de los comunistas, que habían tenido mucho protagonismo en la transición. “A mi izquierda, el abismo”, decía. Y así ensanchaban el espacio para llegar a más gente. Es verdad que eran otros tiempos, pero aquellas elecciones también estaban muy fragmentadas de siglas y de partidos. Y había líneas rojas que nadie estaba dispuesto a cruzar.
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Su tumba fue la familia, nunca el partido. Aquel hermano que vendía influencias parapetado en su apellido, consiguió lo que nadie logró dentro de la política. Aun así, ha sido un referente para los socialistas. Hace once años, en la campaña de las generales, Rubalcaba invitó a González y a Guerra a dar un mitin en Dos Hermanas, en Sevilla. “Si hace unos días dije en Granada que hablar después de Felipe es como actuar después de Camarón, hoy, con Felipe y Alfonso, es como hacerlo detrás de los Beatles”.
Los viejos rockeros nunca mueren, por mucho que hoy les eviten en el aniversario de su victoria. La historia se puede obviar, pero eso no quiere decir que se vaya a olvidar. Por eso, 40 años después, Guerra sigue dando guerra en el PSOE.
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