A todos nos gustaría tener un “Pegasus” a mano para saber qué se dice de nosotros. El viernes, en el encuentro de alcaldes organizado por ... LA GACETA en el Casino, pensé cuánto me gustaría saber qué pensaba cada alcalde del que tenía al lado e incluso la opinión de los asistentes sobre los protagonistas. Había políticos retirados y en activo, empresarios y representantes institucionales, así que imagine. Jesús Málaga heredó una ciudad que estaba bastante peor de lo que muchos creían y un momento de dudas democráticas. Alfonso Fernández Mañueco fue el alcalde de la crisis y los recortes impuestos, su Plan de Austeridad es un manual para tiempos de crisis, al que quizá tenga que recurrir el actual alcalde, Carlos García Carbayo, que se dirige hacia la Historia como el alcalde que integró al río en una ciudad que durante mucho tiempo vivió de espaldas a sus aguas. Todos los alcaldes tuvieron que lidiar en su momento con el aislamiento: o no había autovías, lo que sorprenderá a los más jóvenes, en el supuesto de que lean estas líneas, o no hay trenes decentes, lo que ya denunció Emilia Pardo Bazán cuando estuvo en Salamanca. Málaga tuvo que lidiar con la dramática supresión de servicios de aquel socialista de triste memoria que fue Enrique Barón, como tuvo que tragar con el despiece del Archivo, que Mañueco, y su antecesor, Julián Lanzarote, tomó como argumento electoral para desgastar a los socialistas. Entonces hubiera venido muy bien un “Pegasus” que hubiese desvelado razones e intenciones, aunque había otros medios de espionaje más rudimentarios. Seguramente a la Ciencia le vendría muy bien un “Pegasus” para conocer las intenciones de las células presuntamente cancerosas y cancerígenas. Esta semana pasó por Salamanca uno de los investigadores oncológicos más premiados de España y también un espléndido divulgador. Carlos López Otín, así se llama, relató que hay células gamberras, que cometen errores, que viajan inoportunamente e incluso traidoras a su naturaleza y esencia. Saber en qué momento se van a volver así ser sería un avance notable en la enfermedad; hasta entonces, prevención. López Otín vino con el presidente nacional de la Asociación Española contra el Cáncer, Ramón Reyes, que habló de los servicios de la asociación y del coste económico tremendo para las familias con un enfermo de cáncer, sin posibilidad de contratar una tarifa fija o regulada. Menos mal que nuestro paisano eléctrico, Ignacio Sánchez Galán, ha pedido disculpas. La cita reunió a mucho voluntario de la Asociación en Salamanca, a investigadores como Eugenio Santos, citado en la conferencia por su aportación al hallazgo de claves en esta enfermedad, y médicos expertos, convocados por Ángel Losada, que preside la Asociación en Salamanca. Fue una espléndida cita. Los contenidos de la ponencia los tienen en el libro “Egoístas, inmortales y viajeras. Las claves del cáncer y de sus nuevos tratamientos: conocer para curar”. Así son ellas, nuestras células, egoístas, inmortales y viajeras, en resumen, hay que vigilarlas. Quizá el libro esté en los estantes de la recién inaugurada Feria Municipal del Libro, que los alcaldes han ido heredando desde los tiempos de la Transición y que en su momento inauguraba Gonzalo Torrente Ballester, don Gonzalo, al que escuchábamos con devoción. La vuelta de la Feria es otro momento de normalidad recuperado después de un tiempo pandémico en el que hemos leído por encima de nuestras posibilidades.
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La Feria Municipal del Libro y el Congreso de Cine y Novela Negra desembarcan en Salamanca a destacados escritores, como Rosa Montero, Esther García Llovet o Pilar Salamanca, además de contar con un despliegue de autores locales presentado sus obras, con algunas presentaciones “vintage” interesantes. Dos citas con una importante presencia de mujeres, anunciadas en una semana en la que Elena Borrego ha repetido como presidenta de las empresarias salmantinas, y se nos anuncia nueva cita con el Siglo de Oro en junio, un tiempo en el que la mujer también tuvo su espacio, para lo bueno y lo malo, y en el que no faltaban “Pegasus” de dos patas que espiaban, ni tampoco gamberras, viajeras y traidoras.
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