Son la 1:02 del miércoles mientras disfruto una copa de Niepoort de 10 años en la biblioteca de “Maná”, clavado en el bar de ... un Four Points. Y no sé qué pensar. No sé qué pienso, la verdad. Creo que dejo que mi paladar nade en la dulzura de un buen porto. Anoten la palabra: dulzura. No sé qué pensar ante tanta insensatez ambiental, ante tanto gilipollas como anda suelto sin medicar. Un día más (y otro, y otro, y otro más) me siento escandalizado, yo, el dios de la modernidad y el liberalismo. Hace pocos meses llamaba a normalizar a Vox como socio natural del PP, pero hoy me preocupa, y García-Gallardo, escudero a la fuerza de Mañueco, me causa risa. O pena. O rabia. O algo así. Poor Alfonso.

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Esta semana, una amiga sueca me preguntaba si era “trumpista”, despectivamente trumpista, de Trump. Le dije que no, pero también le dije que Trump, al menos durante su presidencia, no hizo nada que me molestase, como sí hicieron Bush hijo u Obama, por no hablar de Biden, el no-presidente. Free Guantánamo y Cuba Libre son mi bandera. No, no soy “trumpista”, pero lo que no soy es “gallardista”, que es la parte que me toca. No contentos con pertenecer a una tierra de muertos de hambre y abandonados, tenemos la desdicha de tener que aguantar a estos niñatos, a estos pijos-aparte que no sé de dónde coños los han sacado. Abascal, ¿en qué piensas? Gallardo, chaval, go home con tu casco de motero dominguero y déjanos en paz, deja que el Gobierno regional, este o el que fuera, gobierne. No estamos para tonterías, repito: NO estamos para tonterías. Estar contra el aborto, que lo respetaría, es mucho más que postureo barato. Muchacho, hazte un electro y comprueba tu latido, te hace falta, pues da toda la sensación de que te lo mueve diésel barato.

Pero como liberal, conservador y sobre todo moderno, lo que no soporto es que un tonto a la tres levante una innecesaria polvareda nacional, Consejo de Ministros incluido, y le dé alas al maligno de Sánchez para hacerse la víctima diciendo como “la derecha” (y más que derecha, ultra, muy ultra, megaultra, todo ultra) destruye el progreso social desplegado por una izquierda que solo ha demostrado ser campeona en idiotez, corrupción y hábil como nadie en engañabobos, su mayor virtud. Gallardo, Sánchez te necesita, es tu sitio natural, mientras que a Abascal le recomiendo ir haciendo selección de personal. Un consejo gratis, Santi: no todos valen.

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