De niño fui al circo. La primera y única vez. Recuerdo vagamente a Teresa Rabal y el avión rojo teledirigido que estuve a punto de ... ganar en un concurso que, a día de hoy, sigo sospechando que estuvo amañado. Aunque la imagen más vívida que mantengo es la de una figura, en lo alto del trapecio, caminando por una delgada cuerda, apenas perceptible, desafiando la física elemental. Pregunté por su nombre: funambulista, me dijeron, y me pareció una palabra matrioska, que esconde muchos significados dentro. Quién me iba a decir que muchos años más tarde me iba a cansar de ver todo tipo de ejercicios funambulísticos, ahora en la política, entendida por muchos como el noble arte de no llegar a caerse nunca.
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En esas acrobacias anda desde el PP de Mañueco desde el pasado 10 de marzo, cuando cerró con VOX un pacto que solo algunos se atrevían a imaginar tan penitente. Los populares se mantienen desde esa fecha en una cuerda floja con tendencia al infinitivo, equilibrando todas las semanas las bravatas de sus socios, siempre midiendo qué y cómo matizar o compensar, cómo hacer que nada cambie cuando todo parece ponerse patas arriba. Y ahí topamos con el Diálogo Social, agitado por los recortes anunciados por los García-Gallardo’s boys.
Esta semana se daba por hecho que Mañueco los reunía a todos para calmar los ánimos pero, lejos de eso, los sindicatos están ya preparando las barricadas en las calles y hasta la patronal, nada sospechosa de socialcomunista, ha sacado su lenguaje más beligerante. Y por si hubiera poco combustible para el incendio, el líder de VOX les imputa que Castilla y León se pueda quedar fuera del mapa de inversiones por sus ‘valoraciones sectarias’. Qué talante el de este chico. Así que, al maestro de ceremonias no le queda otra que sacar a la pista su mejor número: el de los funambulistas. Capitaneado por un Fernández Carriedo capaz de defender lo mismo y lo contrario con cinco fórmulas diferentes en la misma frase, a lo Rajoy pero con mallas brillantes. Y le sigue toda la troupe del PP, que deslumbrarán a sindicatos y CEOE con un número de equilibrio por el que ellos recibirán el mismo dinero que antes aunque a todos les parezca mucho menos. Y las pancartas y los tribunales para VOX, que en eso salen ganando todos, los sindicatos agitan la calle y los de Abascal quedan como sus inquisidores. Por Mañueco no hay problema, es capaz hasta de encontrar cierta comodidad en ese escorzo de equilibrista. Además, siempre camina con red para amortiguar el posible golpe. Por cierto, perdonen la frivolidad de escribir sobre política con un incendio condenando a las cenizas una de las zonas más bellas de la provincia de Salamanca. Envío todo mi ánimo para los vecinos y mi fuerza para los que luchan contra el infierno. Esos sí que son funambulistas de verdad, como los de la primera y única vez que fui de niño al circo.
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